EFE | LA PRENSA DE LARA.- La crisis migratoria que genera en América el éxodo de venezolanos, lejos de acabarse, experimenta un movimiento pendular hoy en Suramérica por el cambio de Gobiernos, y se agudiza en Estados Unidos debido a la ilusión de un posible ablandamiento de las sanciones de la Administración de Joe Biden al régimen de Nicolás Maduro.
Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, coliderada por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), hasta el 8 de febrero de 2022 unos 6.041.690 venezolanos habían dejado su país.
«En estos países la pandemia generó a partir de 2020 un movimiento pendular desde y hacia Venezuela porque las condiciones económicas y la regularización se complejizaron», dijo a Efe Donna Cabrera, docente, investigadora y consultora en migraciones internacionales.
En América Latina, los inmigrantes venezolanos quedaron indefensos porque no tuvieron acceso a los beneficios que otorgaron los diferentes Gobiernos a sus nacionales para paliar la crisis del coronavirus.
De inmediato, Maduro le inyectó combustible al Plan Vuelta a la Patria, que desde 2018 facilita el retorno de migrantes, y mediante el cual, según la Cancillería, hasta el 22 de febrero de 2022 habían regresado solamente 27.816 personas.
Cambio de timón en Sudamérica
Una de las razones del movimiento pendular en la migración es, en el caso de Suramérica, la expectativa por el curso que tomará la situación de los venezolanos tras el cambio de timón en los Gobiernos de Perú y Chile, y luego de las elecciones presidenciales del próximo 29 de mayo en Colombia.
«Los nuevos presidentes y su visión sobre la migración y la manera como se integran los migrantes y refugiados venezolanos van a tener un fuerte impacto en la movilidad de estas personas por la región», aclaró Cabrera.
Ya el mandatario peruano, Pedro Castillo, hizo sonar las alarmas el 28 de julio de 2021 al afirmar durante su posesión: «Los delincuentes extranjeros tendrán 72 horas de plazo a partir de la fecha para salir del país».
Aunque el toque xenófobo de estas palabras hizo que los venezolanos pensaran lo peor, lo cierto es que el regreso a su patria está lejos de ser masivo.
«Las estimaciones indicarían que unas 500 personas estarían saliendo diariamente de Perú por la frontera norte, en Tumbes, mientras que los ingresos diarios siguen superando las 1.200 personas», declaró a Efe el representante de Acnur, Federico Luis Agusti.
Ante las dificultades existentes en Latinoamérica, un nuevo rumbo ha tomado fuerza para los venezolanos: Estados Unidos, en donde pasaron de ser 256.000 en 2015 a 423.000 en 2019.
«Estamos colapsados, hemos tenido que extender los horarios y estamos buscando voluntarios para ampliar los días de atención», subrayó Patricia Andrade, responsable del programa Raíces, que ayuda a los venezolanos que llegan a Miami, «la mayoría solo con lo que llevan puesto».
Para ella, decir que los venezolanos están volviendo a su país es «una estrategia del régimen» porque el que logra entrar a EE.UU. no regresa, salvo que no le permitan quedarse, sentenció.
Precisamente, en 2021 el Gobierno del presidente estadounidense, Joe Biden, aprobó el Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés) para Venezuela, que ofrece permiso de residencia y trabajo durante 18 meses, hasta septiembre de 2022.
Desde que fue lanzado en marzo, y hasta diciembre del añ;o pasado, poco más de 220.000 venezolanos han solicitado el TPS, de acuerdo con el Servicio de Inmigración y Ciudadanía, y se calcula que 323.000 pueden acceder a ese programa.
Prueba de que el éxodo aumenta es que en enero de 2021 había 205 venezolanos en la frontera entre México y EE.UU., y el dato subió a 25.000 en diciembre.
Este auge se explica, en parte, porque Biden, quien llegó a la Casa Blanca en enero de 2021 y mantuvo las sanciones impuestas a Caracas por su predecesor, Donald Trump, que afectan especialmente al sector petrolero, el principal motor económico venezolano, empieza a dar su brazo a torcer luego de la invasión de Rusia a Ucrania.
El boicot de EE.UU. al crudo ruso ha provocado que el precio del petróleo se dispare, contribuyendo a la ya elevada inflación que registra el país, por lo que Washington busca alternativas para mantener la oferta.
Como consecuencia, y por primera vez en añ;os, una delegación de alto nivel, encabezada por el asesor para Latinoamérica de la Casa Blanca, Juan González, viajó este mes a Venezuela para verse con Maduro, a quien EE.UU. sigue sin reconocer como presidente.
Uno de los objetivos era evaluar la posibilidad de levantar parcialmente las sanciones petroleras y facilitar así el flujo de crudo venezolano en los mercados internacionales.
«Claramente el petróleo fue el principal impulso de la visita (…) Dado el alto coste de la gasolina durante un añ;o de elecciones en EE.UU. Pero ese esfuerzo parece haberse estancado, en gran medida por la oposición tanto de republicanos como demócratas», aseveró Eric Farnsworth, del centro de estudios Council of the Americas, en referencia a las legislativas de noviembre.
Con el tiempo, Farnsworth señ;aló a Efe que sí es «concebible» que Biden busque una «agenda más transaccional» con Venezuela, de petróleo a cambio de retirar las sanciones.
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