Agencias | LA PRENSA DE LARA.- En desastre ambiental de grandes dimensiones flota sobre las costas venezolanas, creciendo cada vez. Enormes manchas de petróleo cubren el azul del mar y la arena de las playas, afectando no solo a toda la vida marina allí, sino también a sus ecosistemas en tierra, y los habitantes de los pueblos costeros. Aun así, desde el régimen de Nicolás Maduro y la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) solo reina el silencio.
Solo a través de la denuncia de los pescadores y residentes de estas comunidades, así como de diferentes organizaciones ambientalistas, se pudo conocer sobre los constantes derrames petroleros provenientes de las mayores refinerías del país. Uno de los grupos que ha documentado este problema es el programa Clima 21, a través del Observatorio Venezolano de Derechos Humanos Ambientales (Ovedha).
El observatorio publicó a principios de enero su informe sobre la situación de los derrames petroleros en Venezuela durante el segundo semestre de 2022. Durante ese lapso, se registraron 35 accidentes de ese tipo en el país, para un total de 80 en todo el añ;o. No obstante, aclaran que el conteo viene de lo recogido de denuncias ciudadanas, otras organizaciones y medios de comunicación, por lo que el número de derrames sin reportar podría incluso ser mayor.
Señ;aló que el 83 % de los derrames se concentró en los estados Zulia, Anzoátegui y Falcón. Esto por tener las mayores instalaciones del país para la producción y refinamiento del crudo. Entre estos están el Centro de Refinación Paraguaná (CRP), la Refinería Puerto La Cruz o el Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui. Otras fugas de petróleo se han reportado en Carabobo, Portuguesa y Delta Amacuro.
Seis meses de derrames
El Ovedha indicó que, en promedio, se produjeron 5,8 derrames de crudo por mes entre junio y diciembre de 2022. Una disminución respecto a los 7 derrames mensuales de semestres anteriores, aunque desconocen el motivo. Septiembre y octubre fueron los meses con mayor cantidad de incidentes, con ocho cada uno, mientras agosto fue el que tuvo menos, con tres.
Entre los acontecimientos más llamativos de este periodo, la organización destacó los dos derrames ocurridos en Delta Amacuro en julio, aparentemente provenientes de una empresa petrolera local que está inactiva desde hace varios añ;os. También el colapso de un ducto en Cabimas (Zulia) en agosto, cuya fuga de crudo se mezcló con otra de aguas servidas. La situación afectó a 100 familias del sector Los Postes Negros, quienes denunciaron que es el quinto derrame de ese tipo que ocurre desde 2018. Ese mismo mes, una fuga en la Refinería El Palito, en Carabobo, vertió al mar una gran mancha de crudo que se extendió por el Parque Nacional Morrocoy, Chichiriviche y Playa Norte.
Durante septiembre, imágenes satelitales revelaron una enorme mancha de alrededor de 40 kilómetros cuadrados en las costas de Falcón, producto de la rotura de un oleoducto submarino del CRP. De esta misma fuga hubo cuatro reportes más a lo largo del mes de octubre. Los satélites también captaron otra gran mancha en el Lago de Maracaibo, cuyo origen fue un canal contaminado de petróleo que desemboca allí desde la población de Bachaquero. En octubre también reportaron el desbordamiento de las piscinas de crudo del terminal de embargo y el patio de tanques de Puerto Miranda, en los Puertos de Altagracia. Ese derrame duró aproximadamente dos semanas.
Las tomas aéreas mostraron además en noviembre otra mancha que se extiende por 2 kilómetros en tierra y 18 kilómetros entre los morichales del municipio Miranda de Anzoátegui, cerca de Pariaguán. Vecinos de la comunidad de Cicapro aseguraron que ese derrame se ha mantenido allí de forma continua por cinco añ;os. Un mes después, una avería en la Refinería Puerto La Cruz causó un vertido de crudo en el mar que se expandió hacia ciudades como Lechería y el Parque Nacional Mochima. Mientras tanto, las manchas en el Lago de Maracaibo alcanzaron los 20 kilómetros de largo.
Comunidades afectadas
Una de las principales consecuencias de los constantes derrames petroleros es la contaminación de los ecosistemas cercanos y el dañ;o a la fauna y flora locales. Una situación especialmente delicada al considerar que varios se han extendido en territorio de parques nacionales como Morrocoy y Mochima, que son zonas protegidas por el Estado venezolano. Igualmente, hábitats extremadamente delicados como los humedales de Falcón o los morichales de Anzoátegui han sido afectados. Esto sin contar el dañ;o que genera en la cadena alimenticia de varias especies animales, algunas de consumo humano, que ahora presentan intoxicación con hidrocarburos en sus organismos.
A lo largo del semestre, el Ovedha también reportó el impacto que estos incidentes generan en los pueblos costeros, los cuales subsisten principalmente de la pesca. Advirtió que la contaminación de los ríos Guanipa y Kashama en Anzoátegui afectan a 843 familias de la comunidad indígena Kashama. En Zulia, los pescadores de Los Puertos de Altagracia podrían quedar desempleados, dejando vulnerables a más de 5.000 familias. Un problema que se ve en toda la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, así como en otras comunidades pesqueras de Falcón, Carabobo y Anzoátegui.
Otros sectores de la economía también se han visto afectados. Uno de ellos es el turismo, ante los constantes cierres de las playas de Morrocoy cada vez que hay derrames. En junio de 2022, el portal Crónica Uno informó que luego de 10 derrames de crudo y 2 fugas de gas en Río Seco (Falcón), desapareció por completo la producción de langostinos en el reservorio natural del golfete de Coro.
En Anzoátegui, la rotura e incendio de un oleoducto en Anaco, registrado en diciembre, obligó a restringir el paso por la carretera hacia la parroquia San Joaquín. Igualmente, el derrame del municipio Miranda de ese estado afectó a más de 150 fincas que perdieron sus siembras y ganado por el agua contaminada.
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