EFE | LA PRENSA DE LARA.- La vigilancia que Colombia y Venezuela hacen sobre sus 2.219 kilómetros de frontera común está a punto de transformarse en medio del restablecimiento de relaciones bilaterales, lo que supone un nuevo enfoque de seguridad para esta zona limítrofe en la que están presentes el terrorismo, el narcotráfico, la trata de personas y el contrabando.
El afán de los presidentes de Venezuela y Colombia, Nicolás Maduro y Gustavo Petro, respectivamente, de reanudar la cooperación militar y judicial trae consigo una labor conjunta para erradicar o, al menos, mitigar los flagelos binacionales que cada patria señ;ala como importados.
Del lado de Maduro, en lo que va de añ;o, a los llamados «terroristas armados y narcotraficantes colombianos» («tancol») les han descubierto y bombardeado 57 pistas ilegales de aterrizaje y el mismo número de laboratorios de drogas en estados como Apure y Zulia.
Mientras tanto, en la trinchera de Petro, las autoridades luchan contra la mega banda criminal venezolana «El tren de Aragua», que libra vendettas en Bogotá por el control de zonas para el microtráfico de estupefacientes y cuyo accionar incluye un amplio espectro ilícito en Colombia y otros países de Latinoamérica.
GUERRILLA Y DROGAS
La Administración colombiana lleva añ;os acusando a la llamada revolución bolivariana de ser un santuario para guerrilleros, quienes han encontrado al otro lado de la frontera protección y anuencia estatal, o así lo han subrayado los tres últimos mandatarios neogranadinos.
Ahora, con el inédito triunfo izquierdista de Petro, el enfoque sobre este tema será -así lo ha remarcado el mandatario- conjunto, al punto de que Venezuela aceptó la semana pasada ser garante en un nuevo proceso de diálogo con la guerrilla del ELN, aún sin fecha establecida para el comienzo de las negociaciones de paz.
El anuncio rompe el tabú que ha mantenido el chavismo sobre el tema, pues lleva meses sin darse por aludido ante las numerosas acusaciones de las autoridades colombianas, según las cuales algunos guerrilleros fueron asesinados en el país petrolero.
Pero también hay un asunto en el que la voz de denuncia la lleva Venezuela: el narcotráfico. Prácticamente a diario los militares y policías reportan el decomiso de drogas que pertenecían a los «tancol», a los que se les atribuye la responsabilidad por movilizar más de 30 toneladas de sustancias ilícitas solo este añ;o.
«Venezuela no produce ni consume narcóticos», una sentencia que resume la culpa achacada insistentemente por el chavismo a su vecino, el «líder mundial» que pretende comercializar drogas a través del territorio más septentrional de Sudamérica.