En las universidades, hogares y calles de Barquisimeto los jóvenes se debate entre la esperanza y la incertidumbre. La crisis económica ha transformado sus vidas, convirtiendo la supervivencia en la principal preocupación de una generación que anhela un futuro mejor.
Los jóvenes se enfrentan a desafíos, encontrar un empleo estable, garantizar la alimentación, la salud y continuar con sus estudios universitarios que sean de calidad. Para ellos, todo se ha convertido en tareas titánicas. Muchos se ven obligados a trabajar en la informalidad, dejando de lado sus estudios para contribuir a la economía familiar.
«Antes soñaba con ser arquitecta, pero ahora sólo pienso en cómo conseguir dinero para comprar comida y poder cubrir mis necesidades», comentó María Andreína Hernández, una joven, de unos 23 años, que trabaja vendiendo ropa en el centro de Barquisimeto.
Carlos Meléndez, sociólogo y presidente del Observatorio de Universidades (OBU), indicó que en las últimas décadas los jóvenes venezolanos que tradicionalmente habían tenido una referencia y un sentido alrededor de lo que iba a ser su proyecto de vida se comenzó a desfigurar, porque la razón de estudiar se perdió en la mayoría de ellos.
Meléndez sostuvo que a medida que van creciendo comienza el deseo de vivir bien y se forma otra preocupación recurrente en los muchachos, que es decidir si quedarse en Venezuela o irse a otro país.
«Cuando hemos consultado a jóvenes si han pensado en dejar sus estudios, el 61% ha respondido que sí, porcentaje que va en aumento desde el año 2018», dijo Meléndez.
Ariel Pérez, secretario de derechos estudiantiles de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, comentó que una de las disyuntivas a la que se enfrentan los jóvenes hoy en día es la de escoger entre estudiar o trabajar.
«Nos enfrentamos a muchas situaciones, si trabajamos no podemos estudiar o viceversa porque el tiempo es muy limitado. A esto debemos sumarle que las becas estudiantiles son algo inexistente, porque las dan a través de la plataforma Patria, un bono de 5 dólares al mes que no alcanza ni para el pliego de cartón que usamos en arquitectura», dijo Pérez.
Ariel Pérez, secretario de derechos estudiantiles de la Federación de Centros Universitarios de la UCV, destacó que algunos alumnos han decidido no inscribir su carga académica completa para poder tener tiempo para trabajar y ganar dinero.
El caso de Juliexy Ramírez, estudiante de Desarrollo Humano de la UCLA, no es distinto al de Pérez. Por su mente ha pasado varias veces emigrar, lo que se ha convertido en la opción para muchos jóvenes que buscan mejores oportunidades en el extranjero; sin embargo, no lo hace porque quiere completar su carrera.
Para pagar sus estudios y contribuir en su hogar, Ramírez ha tenido que laborar de manera independiente. Ha intentado conseguir el equilibrio entre los estudios y el trabajo.
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