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Periodista José Emilio Castellanos: Fernando Bustamante fue un hombre de fe

En junio del año 1977, José Emilio Castellanos logró concretar algo que, hasta ese momento, ningún periodista había podido hacer: entrevistar al hombre acusado de la muerte del «Médico de los pobres», José Gregorio Hernández.

A lo largo del tiempo han existido diversas versiones de los hechos, como que solo existía un carro en Caracas para ese momento o que fue cruelmente atropellado, pero Castellanos tuvo la oportunidad de buscar la verdad por medio de la fuente directa.

El trabajo que publicó con esa entrevista lo tituló con aquella célebre frase que dijo Fernando Bustamante dos meses después de la muerte del próximo santo venezolano, cuando estaba siendo juzgado frente a un tribunal: «El cielo me escogió para que José Gregorio pasara a la inmortalidad».

Trabajo realizado con la entrevista del periodista José Emilio Castellanos al señor Fernando Bustamante en junio de 1977.

En una entrevista exclusiva con LA PRENSA, Diario de Lara, Castellanos relató cómo logró contactar con este hombre que durante décadas tuvo una fama particular en la cultura venezolana. Algunos lo tildaban como una persona imprudente al volante o despreocupada, pero lo cierto es que Bustamante era un fiel creyente de la voluntad de Dios, que en más de una ocasión llegó a compartir personalmente con el santo galeno oriundo de Isnotú, y que además, destacó su fama de santidad en vida.

Un archivo encontrado por José Emilio Castellanos

Para la década de los setenta, José Emilio Castellanos ya tenía un gran recorrido en el periodismo venezolano. Saltaba de tema en tema, buscando generar un gran impacto que ayudara a las personas por medio de la visibilización de los problemas sociales.

Esto solía resultar en una gran secuencia de coincidencias que, explica, fueron gracias a «cuando uno se sale de la pauta por temas que considera que tienen un peso capital». Eso fue lo que ocurrió aquel día en el que lo llamaron para dirigirse al «Registro principal de Caracas».

Periodista José Emilio Castellanos.

Un trabajador dijo que habían conseguido a unos alacranes que infectaron una zona del establecimiento y estaban perjudicando los documentos. Justo al lado de estos papeles, estaban guardados los expedientes históricos del país, por lo cual decide preguntarle por alguno del Libertador, y al ver que se lo buscaron, comienza a indagar sobre otro del doctor José Gregorio Hernández.

Preguntó específicamente por el accidente que acabó con su vida y relata que «en tres minutos me lo puso en el escritorio». Al revisarlo, le llamó la atención el número de licencia del vehículo que fue parte de este trágico suceso: era el 444. Su primera impresión fue que había entonces una gran cantidad de automóviles transitando por Caracas, «no era que había dos carros nada más».

Sigue leyendo, para encontrarse con el dueño de este número de registro: Fernando Bustamante, quien entonces tenía 28 años. Surge la duda en él: «¿Cómo logro contactarlo?, ¿cómo logro llegar a los hijos?», y le cuentan que el señor era el dueño de la óptica Bustamante, ubicada cerca de su trabajo.

Fotografía de Fernando Bustamante en su juventud.

Llamó entonces al establecimiento para preguntar por Bustamante, y le contestó uno de sus hijos, diciéndole abruptamente antes de colgar: «Ese es mi papá, él no quiere hablar con nadie». Pero siguió insistiendo unas tres veces más, hasta que logró convencer al joven, revelando que quería darle a conocer que poseía una copia de todo este expediente que establecía que Fernando Bustamante no era el culpable del accidente.

La famosa entrevista

Al día siguiente, lo llamó para decirle: «Mi papá lo espera», invitándolo a su quinta, ubicada en la parroquia San Bernardino de Caracas. Relata que le abre la puerta un señor alto y muy elegante, de edad avanzada, que apenas vio al fotógrafo que lo acompañaba, dijo que no quería fotos o cámaras presentes.

Envió entonces a su amigo Juan Quijano a esperarlo en el carro mientras realizaba la entrevista, como una reacción inmediata por miedo a perder la oportunidad de hablar con este histórico hombre.

Fue una sorpresa para él cuando Bustamante le comentó de la nada que nunca había consumido alcohol, pues «lo que más despreciaba en la vida era el aguardiente, pero por encima de eso, a los periodistas». Por reflejo, Castellanos le respondió que coincidía con él, lo que desarmó las barreras del anciano, y le hizo ganarse su confianza, invitándolo a pasar al porche de su vivienda.

Con su mascota a su lado, Fernando Bustamante le reveló que nunca había aceptado una entrevista, a lo que el periodista le preguntó si eso se debía a que durante su vida habían escrito algo negativo de él, pero este sólo resaltó que nunca había decidido aceptar una entrevista, a pesar de que muchas grandes personalidades de los medios venezolanos lo habían intentado.

Comenta es que el señor fue muy simpático con él, incluso diciéndole que llamara de vuelta al fotógrafo para que les hiciera esas dos famosas fotos de la entrevista junto a su mascota, mientras conversaban.

Fotografía tomada por Juan Quijano en la entrevista al señor Fernando Bustamante.

Al llevarlo para el recibo de su casa le muestra todo lo que tenía expuesto, que estaba vinculado a José Gregorio Hernández, como un retrato y alguna pertenencia del santo galeno.

Un hecho impactante que le comentó es que la noche del accidente, el médico lo iba a ir a visitar a su casa porque su esposa estaba embarazada, y ellos esperaban que el doctor José Gregorio fuera el padrino de su hijo. Incluso, ambos solían visitar constantemente a amigos que tenían en común en la sociedad caraqueña de la época.

Resulta ser que el vehículo que manejaba era parte de un lote comprado por el entonces presidente Juan Vicente Gómez para sus ministros, quienes se lo habían pasado a él porque le había enseñado a manejar a su hijo favorito, David Gómez.

El día del fatídico accidente, narra Bustamante que venía subiendo por una calle frecuentemente transitada por él. Lo inusual de ese día es que el tranvía que pasaba por ahí, se había detenido en plena subida, lo que obstruyó la visión de la calle a José Gregorio, por lo que ambos se asustan al verse frente a frente, a tan poca distancia.

El médico intentó agarrarse de un poste, pero cae al suelo, hiriéndose gravemente la cabeza y quedando inconsciente. Bustamante lo auxilia, y junto con otro hombre lo llevan al hospital Vargas, donde buscan al doctor Razetti, pero al llegar, ya el santo galeno había partido a la casa del Señor.

Acerca de si se sentía responsable de este terrible suceso, el hombre respondió: «¿Cómo lo iba a matar, si era un santo para mí?».

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Paola Mosquera

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