Jesús Pérez | LA PRENSA de Lara.- El presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, fue respaldado por 32 intelectuales a través de una carta que denuncia «la sistemática campaña de difamaciones» que rodean al líder opositor.
Escritores, figuras públicas y personalidades instaron a que los «venezolanos demócratas confirmen la veracidad de los hechos antes de diseminar o, peor aún, apoyar las infundadas denuncias«.
«Nuestra preocupación es que, entre una vociferante minoría de quienes se oponen a la dictadura, se ha hecho común la práctica de hacer acusaciones falsas, distorsionar la realidad e imputarle intereses y motivaciones oscuras al Presidente Guaidó» señala el escrito.
Las figuras que firmaron esta misiva fueron: Alberto Barrera Tyszka, Leopoldo Briceño Irragorri, Colette Capriles, Sergio Dahbar, Elizabeth Fuentes, Humberto García Larralde, Héctor Manrique, Laureano Márquez, Alonso Moleiro, Mari Montes, Moisés Naím, Carlos de Oteiza, Ibeyise Pacheco, Leonardo Padrón, Thays Peñalver, Elías Pino Iturrieta, Ramón Piñango, José Manuel Puente, Inés Quintero, Valentina Quintero, Cesar Miguel Rondón, Gioconda San Blas, Marcos Santana, Benjamín Scharifker, Francisco Suniaga, Milagros Socorro, Francisco Toro, Ana Teresa Torres, Gerver Torres, José Virtuoso, Federico Vegas y Luis Ugalde.
A continuación, el documento completo:& ;
El motivo de esta carta pública es ofrecer nuestro más firme apoyo al presidente interino, Juan Guaidó, y manifestar nuestro repudio a la sistemática campaña de difamaciones que se tejen en su contra. No nos preocupan los señalamientos de la dictadura de Nicolás Maduro en contra del presidente legítimo de Venezuela. Esos ataques son antiguos, predecibles y no tienen la menor credibilidad, ni dentro ni fuera del país.
Nuestra preocupación es que, entre una vociferante minoría de quienes se oponen a la dictadura, se ha hecho común la práctica de hacer acusaciones falsas, distorsionar la realidad e imputarle intereses y motivaciones oscuras al presidente Guaidó. Muchos de estos descabellados señalamientos son amplificados en las redes sociales.
Un pueblo desesperado, que ya no soporta más sufrimientos y engaños, se ha hecho muy vulnerable a creer cualquier acusación a sus líderes, por más estrafalaria que esta sea. En este tramo de la crisis, es importante que los venezolanos demócratas confirmen la veracidad de los hechos antes de diseminar o, peor aún, apoyar las infundadas denuncias.
Al repetir las agresiones y mentiras que circulan por las redes sociales, y por algunos medios, se está contribuyendo a debilitar al presidente y hacer más difícil su dura lucha en contra de la dictadura. Hay que ratificar lo que es bien sabido: entre quienes divulgan mentiras sobre el presidente Guaidó están mezclados adversarios, rivales políticos, charlatanes, y «guerreros del teclado», especializados en denunciar conspiraciones inexistentes y repugnantes motivaciones que resultan falsas. Su especialidad es crear y agudizar divisiones y manipular a un pueblo desesperado a través de esperanzas basadas en opciones ilusorias.
Muchos de quienes lanzan estas acusaciones se apoyan en el argumento de que el ejercicio de la libertad de expresión y el debate abierto en una sociedad libre es saludable en cualquier circunstancia. Tienen razón. Damos la bienvenida al debate vigoroso en democracia y consideramos indispensable el control ciudadano a quienes nos gobiernan.
También debe ya resultar obvio que, en la Venezuela que está renaciendo, será indispensable que los actos de corrupción sean intolerables y no queden impunes. Creemos necesario, sin embargo, exhortar a los venezolanos a que conserven el sentido de las proporciones, a que mantengan el tono constructivo, a que respeten al liderazgo democrático y que trabajen para su fortalecimiento. Sobre todo, debemos luchar por hacer más decente y noble el debate político y nuestra conversación nacional.
Lo sensato, lo responsable, lo venezolano, es acompañar a Juan Guaidó en su histórica tarea de hacer posible el cese de la usurpación. Con espíritu crítico, con actitud contralora, pero no bajo sospecha. No en actitud de desconfianza automática y orfandad vigilada. La lucha en contra de la dictadura es, ya de por sí sola, muy difícil. No la compliquemos aún más divulgando mentiras en contra del presidente y su gestión.