Arturo López | LA PRENSA.- Cientos de guaros deciden, semanalmente, emigrar por carretera a otras naciones en busca de un futuro mejor.
Los destinos preferidos son los suramericanos pero el periplo no es una papa pelada, pues se debe tener buena resistencia física y en el bolsillo para realizar viajes que pueden durar hasta 9 días en bus.
Ir a Colombia, por su cercanía, Ecuador debido a su moneda (dólar), Perú por las oportunidades labores ofrecidas o Chile, que es una de las dos nacionales con el mayor salario de Latinoamérica no solo amerita mucha fortaleza corporal sino bastante dinero.
Andrea Vargas decidió salir de Barquisimeto junto a su novio y su mejor amiga a Bogotá, Colombia, sin importar que ninguno de los tres había logrado el título universitario.
Comentó haber reunido por más de 4 meses todo el dinero suficiente e irse. A eso se le sumó la plata de su renuncia laboral tras dos años dedicada a una zapatería.
La chica logró colectar un poco más de 150 dólares, necesarios para poder sobrevivir un mes en el país cafetero mientras conseguía un trabajo.
Sólo en el pasaje de ida, Andrea gastó 480 mil bolívares, es decir, 40 mil desde Lara a San Cristóbal, Táchira, 40 mil más desde allí a San Antonio (otras ciudad del Táchira) y desde Cúcuta a Bogotá 100 mil pesos (que al cambio serían unos Bs. 400 mil).
Andrea, su novio y su mejor amiga, tardaron dos días y medio en llegar a la capital colombiana. Para el camino sacrificaron una buena comida andina o paisa pues se equiparon con latas de diablitos, atún, rikesa y galletas de soda y así ahorrarse una platica.
Andrea confesó que su travesía por varias ciudades de dos países en distintos buses fue bastante “cansón”, pero nada se compara con lo que vivió Lismary Durán quien decidió partir a Chile.
Durán se fue acompañada de cuatro amigos, dos de ellos durante el trayecto se quedarían en Perú. Duró nueve días desde Barquisimeto hasta Viña del Mar. Relata la muchacha que lo más duro del viaje fue que en ningún lugar del trayecto se pudieron bajar a ver el paisaje o a conocer porque “nos bajábamos en un bus y de una vez nos montábamos en otro”.
Andrea desde tierras crepusculares a San Cristóbal gastó Bs. 21 mil. De San Cristóbal a San Antonio, les resultó demasiado caro el pasaje porque fue el día del primer paro cívico de 24 horas (18 de julio). El pasaje normal salía en Bs. 30 mil, por la contingencia tuvieron que pagar Bs. 50 mil.
Ya en Cúcuta, compraron un pasaje hasta Chiclayo, Perú, que tuvo un valor de 170 dólares (a dólar negro para la fecha eran un millón 360 mil bolívares). En el trayecto hicieron un cambio de bus “porque es muy largo”, ahí tardan 47 horas, es decir, casi dos días de viaje.
De Chiclayo, tomaron otra unidad hasta Lima, donde pagaron 30 dólares. Ahí rodaron 12 horas. Desde la capital inca se trasladaron hasta Tacna, sur de Perú, donde cancelaron 50 dólares y estuvieron sentados por 20 horas de viaje.
Desde esa última localidad cruzaron frontera con Chile y tras recorrer 3 ciudades más incluida Santiago, casi 30 horas más de viaje y 85 dólares más llegaron hasta Viña.
“Uno se cala todo este trayecto para buscar un mejor futuro porque en Venezuela está más difícil que 9 días de viaje” expresó la joven satisfecha tras el periplo.