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Ecologistas tienen el desafío de preservar el caimán del Orinoco

Hace 85 años fueron exterminados de los ríos llaneros de Venezuela. Hoy probablemente queden 100 individuos en edad reproductiva en vida silvestre, con la particularidad de que han nacido y han sido criados su primer año en cautiverio. El caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius), es el reptil más poderoso del Neotrópico y está entre los tres más grandes del mundo.

Desde la década de los 90, en el país los conservacionistas tratan de salvar la especie que está en peligro crítico de extinción, pero han notado que aunque cada año se liberan cientos de individuos en los ríos Capanaparo (estado Apure), Sarare (Portuguesa) y Cojedes, las poblaciones no aumentan.

¿Qué pone en riesgo al caimán del Orinoco?

La principal amenaza es su caza. Aunque en el país hay una veda por decreto Nº 1485 desde 1996, para proteger a esta especie, la normativa no ha ayudado a frenar su matanza. En los llanos los capturan para comercializar ilegalmente su piel, que es de la más codiciada por la industria de la peletería.

También es cazado por las poblaciones indígenas más empobrecidas que se alimentan con su carne y manteca. Y hay quienes los matan por miedo. Para ganaderos y lugareños que viven cercanos a los ríos que desembocan en el río Orinoco, de donde es endémica la especie, los caimanes representan un peligro.

«El caimán está amenazado desde que ponen los huevos hasta que está creciendo en el río», revela Federico Pantin, médico veterinario y director del Zoológico Leslie Pantin, ubicado en el estado Aragua, que es un reservorio de las especies que están en peligro de extinción de Venezuela.

Este zoológico, junto a la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Fudeci), el Hato Masaguaral y la ONG Cocodrilos de Venezuela, llevan adelante el Programa de Conservación del Caimán del Orinoco. En los últimos cinco años, más de 12 mil individuos han nacido en cautiverio y los han liberado en su hábitat natural cuando alcanzan un año de vida y más de un metro de largo, pero aunque su trabajo es fundamental para preservar la especie, no es suficiente.

Pantin confiesa que hay debilidad en el tema de guardería ambiental, falta a su vez más educación para sensibilizar a la población que vive cerca del ecosistema de este animal, y esa debe ser una política de Estado de la que carece el país.

Es un cocodrilo

En el país existían unos tres millones de individuos de esta especie a finales del siglo XIX y principios del XX, según un artículo titulado «La caza comercial del caimán del Orinoco en Venezuela», publicado por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman). Eran abundantes en los estados Apure, Cojedes, Bolívar y Amazonas, pero su población se fue diezmando, a tal punto que desapareció el 99% de ellos.

En el período que va de 1894 a 1897 y entre los años 1929 a 1963, su caza fue intensa y legal en Venezuela, con el objetivo de exportar su piel a mercados internacionales, llegando a extinguirse en algunas zonas como el Amazonas, donde ya no se avistan.

Pantin explica que aunque por costumbre los venezolanos le llaman caimán, es realmente un cocodrilo. Y es que aunque estas especies suelen confundirse, tienen grandes diferencias, la principal es el tamaño. El científico Humboldt llegó a registrar estos cocodrilos en el río Apure de hasta siete metros de largo, mientras que un caimán verdadero mide entre 1.2 y 2.5 metros.

La segunda diferencia entre un cocodrilo y un caimán es su color. El del Orinoco es de color gris oscuro, con manchas negras dispuestas a manera de barras diagonales y su vientre es blanco. Mientras que un caimán o baba es de color verde. El cocodrilo tiene un hocico bastante alargado y puntiagudo en forma de V, en los caimanes, por el contrario, es más ancho y se asemeja a una U. Otro aspecto que destaca es que los dientes inferiores no suelen ser visibles en un caimán cuando cierra el hocico. En los cocodrilos los dientes suelen verse aún con la boca cerrada.

Fue una masacre

Desde el año 1970 cuando se creó la Ley de Protección a la Fauna Silvestre en Venezuela, la caza del caimán del Orinoco está prohibida en Venezuela. La investigación desarrollada por Acfiman destaca que en el siglo XIX los cocodrilos eran cazados a plena luz del día y con armas de fuego. Pero a medida que fueron haciéndose más ariscos, los comerciantes comenzaron a implementar nuevas técnicas para capturarlos, como ir tras su pista en embarcaciones en la noche y los alumbraban con lámparas de queroseno para encandilarlos.

Les daban un golpe certero con un hacha en la nuca o entre los morrillos de los ojos y procedían a descuartizar su piel aprovechando la de su vientre y los costados. «En 1935 Venezuela exportó más de 900.000 cueros de caimanes del Orinoco y en una ocasión se llegaron a matar hasta 350.000 ejemplares», reseña el artículo científico.

Su conservación

El veterinario, Federico Pantin, contó que fue en los 90 cuando comenzaron a desarrollarse programas de conservación del caimán del Orinoco en el país. El pionero fue Tomás Blohm, propietario del Hato Masaguaral, posteriormente se sumaron más voluntarios.

El trabajo está autorizado por el Ministerio de Ecosocialismo, y consiste en que un grupo de biólogos y veterinarios va cada año en el período en que está a punto de terminar la temporada de sequía (mayo), a dar con las crías de cocodrilos y con los huevos.

Las hembras construyen sus nidos en las playas arenosas de los ríos. Son especies de huecos que excavan en la arena y ahí desovan. A diferencia de las tortugas, los caimanes del Orinoco ayudan a nacer a sus crías, entre 85 y 90 días después del período de incubación. Y se quedan con ellos una vez nacen por 15 días o un mes, evitando que sean depredados por otros animales.

Los encargados del programa buscan a los caimanes bebés o sus huevos. Esto se debe a que, si se dejan en su hábitat natural, con todas las amenazas que enfrentan para su subsistencia (como la contaminación de los ríos o la caza furtiva), tienen muy pocas posibilidades de sobrevivir.

Aplican la técnica de rancheo de cría, que consiste en ubicar los huevos de nidos silvestres e incubarlos en espacios controlados. El Zoológico Leslie Pantin cuenta con una tanquilla, donada por el Zoológico de Indianápolis, en Estados Unidos, con capacidad para mantener a 280 caimanes al año.

«Ellos nacen con las mismas condiciones que en su ambiente natural, sólo que en vez de estar los huevos debajo de la arena, están en incubadora. Necesitamos tres condiciones adecuadas para que nazcan: uno, la temperatura debe ser entre 30 y 34 grados. Otro, la humedad debe ser mayor al 90%, y la tercera es el intercambio gaseoso entre oxígeno y dióxido de carbono que debe haber para su nacimiento», especificó.

A los 85 días, los cocodrilos emiten un sonido distintivo para su supervivencia. Es en ese momento los sacan de la arena y ayudan a salir a los pequeños caimanes del huevo para que no se ahoguen. «Hacemos lo mismo que hace la caimana en el río, sólo que desde un laboratorio», expresa. Allí los tienen por un año, hasta que el saco vitelino este robustecido.

«Se les da comida alrededor de una semana y luego salen a las tanquillas de afuera donde empezamos a darle alimentación para que ellos se vayan acostumbrando hasta que llegan a medir un metro y a pesar más de cuatro kilos», manifestó.

Cuando alcanzan ese tamaño, ellos son devueltos al río, porque ya podrían defenderse de otros animales. El trabajo que realizan los conservacionistas es místico. Ellos están esperanzados en que la especie sobreviva, que es de suma importancia en la cadena trófica de los llanos de Venezuela y Colombia, en donde también se da la especie.

El caimán del Orinoco come animales enfermos que podrían causar epidemias en los ríos, también dragan los ríos al escarbar y evitan la proliferación de otros animales que rompan con el equilibrio biológico. Pero Pantin hace énfasis en que e pesar de que todos los meses de mayo, varias instituciones se unen para devolverlos a su ecosistema, las poblaciones no crecen porque hace falta control, educación, resguardo y vigilancia en los sitios donde habitan.

Los caimanes del Orinoco que se consiguen en el país son poblaciones juveniles, que no han alcanzado su edad reproductiva, que en vida silvestre puede demorar de 12 a 15 años. La contaminación de los ríos, la caza furtiva y el hambre de las poblaciones empobrecidas están acabando con su reproducción.

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Ana Uzcátegui

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