El Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) realizó una entrevista por la conmemoración del día de la salud con la directora del Observatorio Venezolano de la Salud (OSV), Marianella Herrera Cuenca, quien es investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela y parte de la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición.
En este espacio de diálogo se trataron los puntos cruciales para entender cuáles son los diversos aspectos que afectan el derecho a la alimentación en el país y particularmente, cuál es el impacto en los niños.


Uno de los aspectos que señala la experta que crean más complejidad a la situación sanitaria en el país es la falta de datos, cuya ausencia dificulta que se puedan tomar las medidas necesarias para atender los problemas existentes de manera adecuada.
Esto no es algo nuevo, puesto que en el país hablar de estos problemas con cifras exactas ha sido un reto desde hace muchos años. La falta de información complica la creación de estadísticas y datos que ayuden al diseño, planificación y ejecución de posibles soluciones.
En el aspecto alimenticio, Herrera Cuenca señala que “La Emergencia Humanitaria Compleja que vive el país hace que cuando vas a resolver un problema no sea solamente el problema. Es decir, la distribución de alimentos no solamente es distribución de alimentos, sino que pasa por fallas en el aporte de agua segura, fallas en el combustible. Entonces es terrible”, acentuando así que no solo se trata de la accesibilidad de una alimentación óptima para las personas.


El crecimiento de los niños se ve afectado por la malnutrición en el embarazo.
La directora del OSV hace hincapié en que hay varios factores que suman a la compleja crisis de alimentación, comentando que «la alimentación adecuada es un requisito para la buena salud, no podemos hablar de salud adecuada sin alimentación adecuada».
Un dato alarmante que compartió es que existe un retraso en el crecimiento de los niños menores de 5 años, en especial de aquellos que están en el período más critico del crecimiento y en el desarrollo, que es en los primeros 1.000 días de vida.


Esto apunta a un hecho que es una de las causas directas de esto: existe una desnutrición en las madres de estos niños, por lo que se habla de un crecimiento retardado intrauterino, que la especialista explica diciendo que «las madres están muy posiblemente desnutridas y esto contribuye al mal desempeño durante el embarazo y, por supuesto, va a promover el bajo peso al nacer que contribuye a un rezago del crecimiento y desarrollo«.
Esto genera que se observe una prevalencia en la desnutrición crónica, que en un infante es una demostración de la adaptación a su entorno y resalta las condiciones negativas en las que se ha desarrollado. Por lo tanto, al ser un aspecto que resalta y del que hay casos resaltantes, se debe de intervenir con la mayor inmediatez posible. Este problema afecta el desarrollo cognitivo de estos niños, así como el desempeño en su educación, su productividad y que luego trasciende a ser el desarrollo de una generación que forma parte del país.