Osman Rojas D. | LA PRENSA DE LARA.- En Venezuela ser médico es sinónimo de peligro. Los profesionales, que en teoría están para cuidar y curar a los enfermos, se han convertido en la víctima predilecta del coronavirus. Basta con ver las estadísticas nacionales para asombrarse con la cantidad de trabajadores sanitarios que mueren a causa de la COVID-19. Estos muertos no son exclusivamente trabajadores de áreas críticas como la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) pues cada especialidad cuenta con algún deceso. Dicho de otra manera, el mortal virus ha trascendido el umbral de la primera línea de batalla para sembrar terror en todo el gremio.
Si se toman como referencia las cifras que otorga la organización Médicos Unidos, hasta la fecha han muerto un total de 220 trabajadores del sector salud. De ellos 163 son médicos. Lo curioso de esta cifra es que, las especialidades más golpeadas (Medicina General con 42 muertes, Cirugía 14, Ginecobstetricia con 15 y Pediatría con 14) son áreas que, en teoría, no están tan expuestas al virus como los médicos intensivistas, los neumonólogos o los especialistas en Medicina Crítica.
«El virus tiene un patrón de comportamiento bastante extraño. Al menos eso pasa con el sector salud», dice el doctor Antonio González Mata, médico infectólogo, al ser consultado por LA PRENSA. El doctor señala que la muerte de los trabajadores del sector salud es algo multifactorial. A nivel mundial se dice que para prevenir el virus, es clave cumplir con el distanciamiento social, el lavado constante de manos y el uso correcto del tapaboca. Estas son medidas que, por diversas razones, no se cumplen en Venezuela.
«Puede que las condiciones higiénicas en los centros de salud no sean las más indicadas y eso se ve reflejado en la cantidad de contagios que hay», dice.
Tan expuesto está el sector salud en estos momentos que, hasta las especialidades que no están dentro de grandes hospitales se han contagiado. Hasta el momento las cifras de médicos fallecidos señalan que han muerto dos psiquiatras, uno en Guárico y otro en Portuguesa. Traumatólogos van diez y neurocirujanos van tres. Estas cifras son llamativas y más si se toma en cuenta que, neumonólogos (los médicos que están encargados de atender emergencias pulmonares) sólo han muerto dos. «Tenemos que sacarnos de la cabeza la idea de que el virus tiene sentimientos», dijo González Mata cuando se le preguntó por esta situación.
Al analizar esta cifra la pregunta que surge es ¿Por qué?. ¿Qué convierte al personal sanitario en víctima predilecta del coronavirus? La respuesta se encuentra en las condiciones insalubres en las que están trabajando los médicos en la actualidad.
Dicen las recomendaciones sanitarias que las personas deben lavarse de forma constante las manos. Esta regla es negociable y más en las personas que están trabajando en el sector salud; sin embargo, de acuerdo a los datos que maneja la Federación Médica Venezolana (FMV) en el 70% de los hospitales en todo el país no hay agua. Es decir, siete de cada diez hospitales no ofrecen ni agua a sus empleados para poder luchar contra el virus.
«Lo hemos dicho en reiteradas ocasiones. El virus nos agarró desnudo«, fue lo que dijo Douglas León Natera, presidente de la FMV, al hablar sobre esta situación. Otra de las recomendaciones que hacen desde las organizaciones internacionales es el uso corrector de tapabocas pero ¿Qué se hace cuando la mascarilla debe ser reutilizada? Esto es lo que pasa en la gran mayoría de hospitales en el país.
«No tenemos herramientas para trabajar. La situación es tan crítica que no hay ni siquiera áreas grises para que los médicos puedan cambiarse», decía en días pasados la doctora Dianela Parra, presidenta del Colegio de Médicos en el estado Zulia.
Todas estas circunstancias han convertido a los trabajadores del sector salud en presa fácil del virus. Hasta los vigilantes sucumben ante la improvisación que hay en cada uno de los hospitales del país, pues se han registrado dos muertes de trabajadores dedicados a cuidar las puertas de los recintos de salud.
«En el gremio médico hay miedo. Los trabajadores están viendo cómo el virus no es una amenaza de otro país. Los muertos no son sólo números sino amigos, compañeros de postgrado o de servicio», señalaba el doctor Óscar Navas González, residente del estado Anzoátegui.
Médicos se sienten desprotegidos
Agosto y septiembre han sido meses letales para el gremio médico. Desde que arrancó la pandemia el personal sanitario ha estado doblemente expuestos a un virus que ha demostrado ser letal en todo el mundo; sin embargo, en los últimos 69 días los trabajadores de clínicas y hospitales han visto como un total de 179 personas mueren a causa de la COVID-19.
De acuerdo a los datos que maneja el equipo periodístico del diario LA PRENSA septiembre fue el mes más fuerte para el sector salud al cerrar con 90 decesos mientras que agosto lo hizo con 70.
«En estos momentos se puede evidenciar las carencias que hay dentro de hospitales públicos. Tenemos una escasez de insumos que alcanza el 95%. De esa manera es imposible hacerle frente a una pandemia como esta», decía el docto Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica Venezolana (FMV).
El resto de las muertes se reparten de la siguiente forma: 30 en julio y 10 en junio. En octubre van 15 muertes.
Médicos tienen miedo de trabajar
La pandemia del coronavirus ha sembrado terror en el gremio médico. Si desde hace casi un año en todo el mundo se está hablando de la agresividad de la COVID-19, en Venezuela el personal sanitario ha experimentado en carne propia la ferocidad de una enfermedad cuyo principal síntoma son los problemas respiratorios.
Hasta el momento han muerto 217 trabajadores sanitarios por la pandemia. Este número es alarmante y ha dejado a los médicos en una situación complicada, pues a pesar del compromiso que los profesionales puedan tener, muchos temen por sus vidas y las renuncias masivas en hospitales no se han hecho esperar.
De acuerdo a lo dicho por dirigentes gremiales en estados como Lara, Zulia, Distrito Capital y Anzoátegui se han producido bajas significativas. La gran mayoría de las renuncias es de gente de la tercera edad que prefieren hacerse a un lado.