Ante el uso excesivo de pantallas, profesores de primaria y secundaria presentan grandes desafíos para dar una clase de 45 minutos, porque ahora los niños y adolescentes que son una generación nativa digital les cuesta mucho concentrarse. En 2023, un estudio científico publicado por Gloria Mark, profesora de informática de la Universidad de California, reveló que la capacidad de concentración de las personas se había reducido a 47 segundos, por la cantidad de estímulos que bombardean al cerebro cuando se mira sin inmutarse un teléfono celular o una tablet por horas.
Esto está trayendo consecuencias negativas en la educación mundial. Edward Alizo, docente de la UPEL y representante de la Asociación Venezolana de Educación Católica (AVEC), ha sido testigo de cómo las rutinas de enseñanza han tenido que cambiar en los planteles educativos del país, porque ahora los chicos de bachillerato no retienen una lectura en voz alta de un texto en físico, por más de 15 minutos. «Se aburren rápido, por eso las lecturas se hacen por párrafo y en cada uno se realiza una discusión para evaluar la comprensión», explicó.
Durante décadas, los sistemas educativos mundiales han establecido que la duración de una lección académica debe ser de 45 minutos. Más de ese tiempo sin hacer una pausa es enfrentarse a que los estudiantes se aburran o abrumen. Pero los docentes en planteles educativos del estado Lara registran que los jóvenes de ahora se distraen más rápido. «Una clase de 45 minutos a veces tiene que dividirse en dos bloques, porque hay la necesidad de hacer una pausa a los 20 minutos para evitar la fatiga de los estudiantes», relató Alizo.
Suelen dedicar de cinco a 10 minutos a estiramientos o respiración profunda, como técnicas para evitar el estrés en clases. «Esto requiere de un mayor compromiso del maestro. Muchos manifiestan que hay un desgaste mayor a la hora de dar clases, por la cantidad de estrategias didácticas que tienen que implementar para lograr la atención», expresó.
Gisela León, coordinadora del Centro de Estudios Universitarios Supervisados de la UCV, núcleo Barquisimeto, sostiene que hay una realidad en el mundo, y es que ahora con el uso masivo de la tecnología, los niños y adolescentes han reducido el tiempo de escribir a mano.
«Los chicos no quieren escribir. Prefieren hacerlo directamente desde el móvil porque tienen un corrector que al colocar sólo las primeras letras ya les sale la palabra de inmediato. Esto nos está llevando a que se cometan más errores ortográficos cuando los chicos deben agarrar un dictado o escribir en papel», expresó.
Sostiene que si bien la educación venezolana no debe estar de espalda a la tecnología, sobre todo con el avance de la Inteligencia Artificial Generativa, que está transformando los modelos de enseñanza y aprendizaje velozmente. Los docentes venezolanos tienen el reto de mantener las áreas básicas de formación, como volver a que los niños escriban a mano, que realicen ejercicios de matemática a mano, que practiquen la lectura en libros en físico, que lean en voz alta, que recurran a la memorización en materias que los requieran, como aprenderse las tablas de multiplicar o vocabularios en inglés, y que sean más críticos ante la información que investigan por internet.
«Se necesita de los procesos educativo básicos los primeros años de formación. El uso de las pantallas para procesos iniciales en lectura no se recomienda. El uso de tablets para aprender matemáticas tampoco se aconseja», resaltó.
Edward Alizo, señala que los jóvenes que no cuentan con una rutina controlada en su hogar para el uso del teléfono móvil, presentan problemas para pensar y escribir al mismo tiempo. En los últimos años, los teclados y pantallas han sustituido la toma rápida de notas a mano, y eso está afectando la memoria.
Según una investigación de National Geographic, publicada en junio 2025, que cita estudios científicos de Japón, Noruega y EE. UU. «Las personas recuerdan mejor las cosas que han escrito manualmente que las que escriben en un ordenador». Asimismo, la gente retiene más cuando escribe a lápiz o bolígrafo, porque el mover la mano para copiar, requiere de atención y es una habilidad cognitiva-motora. Incluso, a la hora de ordenar las ideas u organizar un texto la escritura a mano tiene grandes ventajas, sobre lo digital.
Una investigación realizada por la Escuela de Educación de la UCAB en 2024, aplicando 10 mil exámenes a estudiantes de sexto grado de primaria a quinto año de bachillerato en escuelas públicas y colegios privados, reveló que el 70% de los estudiantes reprobaron en matemáticas y habilidad verbal, y su calificación promedio apenas supera los 7 puntos sobre 20.
Otra investigación de 2024, elaborada por Tulio Ramírez, director del Doctorado en Educación de la UCAB, a alumnos del primer semestre de la Facultad de Ciencias de la UCV, reveló el bajo rendimiento académico de egresados de bachillerato a la hora de iniciar estudios superiores. De 144 inscritos en biología, reprobaron 109. De 65 inscritos en la carrera matemática, fueron aplazados 35. En computación, de 174 estudiantes reprobaron 109. En química, de 84 jóvenes inscritos fueron aplazados 56. En física, de 79 reprobaron 45 y en geoquímica, de 28 resultaron aplazados siete.
«Que un joven repruebe las pruebas de habilidad numérica y comprensión lectora nos revela que la deficiencia de la educación pública también se está registrando en la educación privada», indicó Ramírez, profesor titular de la UCAB.
Para comenzar a resolver este problema, los docentes que son los que están más cerca de los alumnos son los primeros que deben darse cuenta de los resultados en las competencias numéricas y de comprensión lectora de los jóvenes. En segundo lugar, los padres deben estar alerta y constatar que sus hijos, de acuerdo con su edad, adquieran las competencias necesarias en la educación.
«Desde el Gobierno, deben tratar de evitar la migración de docentes graduados y profesionales de la actividad pedagógica. Ese sector se está yendo de Venezuela o se está dedicando a otras labores que les permita subsistir», comunicó.
Unos 80 países en el mundo y 20 estados de Estados Unidos han prohibido en los últimos años el uso del celular en la escuela, porque está comprobado científicamente que afecta la salud en todos los niveles y a cualquier edad.
«La exposición a las pantallas afecta el desarrollo cognitivo, sobre todo en niños menores de ocho años porque a esa edad no se tiene una madurez cerebral. Cuando se mira mucho el móvil se dejan de secretar hormonas fundamentales como endorfinas, oxitocina. Las personas sólo secretan dopamina para tener placer inmediato por lo que están viendo», explicó la doctora Elvia Irene Badell Madrid, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría.
El uso excesivo del móvil está relacionado con más sedentarismo y por ende la aparición de enfermedades no transmisibles, como diabetes tipo 2, hipertensión, hipercolesterolemia y obesidad, mencionó la galena.
Para Tulio Ramírez, abogado, sociólogo y doctor en Educación, en Venezuela la educación no debe estar de espalda a los avances que está teniendo la tecnología, porque está comprobado los grandes beneficios que trae para la generación de conocimientos.
«Hoy hay recursos para el uso de la enseñanza que potencian el aprendizaje de los niños y de los adolescentes, como la realidad aumentada o virtual. Solamente imaginemos la diferencia entre una narrativa del docente sobre lo que fue la Batalla de Carabobo, que el niño tenga la oportunidad a través de un dispositivo de realidad virtual ver la batalla de Carabobo y estar allí. Es decir, hay programas que son capaces de hacer eso. Entonces, para el estudiante eso sería una experiencia inolvidable», refirió.
Gisela León, coordinadora del Centro de Estudios Universitarios Supervisados de la UCV, núcleo Barquisimeto, sostiene que en las aulas el uso del teléfono celular puede servir como una herramienta pedagógica en casos puntuales, como investigar sobre un tema y que se debata en clase.
«Si nuestros jóvenes son tecnológicos, por supuesto tenemos que hacer un cambio de adaptación de la educación al uso de esa tecnología, porque ya no están logrando una concentración en 45 minutos», puntualizó.
El doctor Huniades Urbina, pediatra y presidente de la Academia Nacional de Medicina, sostiene que los padres tienen que tener un control en el hogar que limite el tiempo en que los niños utilicen las pantallas con internet.
Se refirió a las recomendaciones que en diciembre 2024 hizo la Asociación Española de Pediatría, que recomienda que los niños de cero a seis años no deben usar pantallas, de 7 a 12 años deben usar menos de una hora de pantalla, incluyendo el tiempo escolar. De 13 a 16 años menos de dos horas diarias y no pueden ser continuas, deben hacer pausas activas.
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