Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Mientras la mayoría de los agricultores de hortalizas en los Andes de Venezuela, aún siguen sembrando manualmente o utilizando bueyes para arar la tierra, en Portuguesa o Cojedes, donde se desarrollan cultivos extensivos de maíz, caña de azúcar y soya, se deja ver tímidamente la aplicación de la inteligencia artificial o el monitoreo de sembradíos por satélite o drones, para determinar el estado de los suelos, predecir necesidad de agroquímicos, variables climáticas y la rentabilidad de una cosecha. Todo esto con el propósito de ahorrar tiempo, aprovechar mejor los recursos, ser más competitivos en los mercados y cuidar el ambiente.
Jorge González, trabaja para Asoproductos Portuguesa, una empresa que produce una reconocida marca de harina precocida. Desde Carora, estado Lara, durante la Asamblea Anual de Fedeagro 2023, desarrollada del 19 al 21 de abril, pudo monitorear un hectárea de maíz ubicada en Portuguesa, utilizando lentes de inteligencia artificial.
Cuando las personas se colocaban estos aparatos, podían ver con nitidez el estado de las hojas y las mazorcas de cada planta sembrada a 250 kilómetros de distancia. También se podían detectar los insectos o las plagas que iban apareciendo, o evaluar la presencia de maleza y la efectividad de los fertilizantes aplicados en terreno.
«Es un equipo importado, pero ya no necesitamos estar en campo para tener la información al instante del estado de la siembra y ver si los agroquímicos utilizados están haciendo efecto. Esto se llama agricultura digital«, expresó González, detallando que este monitoreo de un lote de siembra hace unos años podía tardar varias horas de trabajo hombre, y ahora se obtiene en cuestión de pocos minutos.
«La importancia de la agricultura digital en Venezuela, es desde hace nueve años no contamos con subsidios del Estado para impulsar la producción de alimentos y eso nos llevó a tratar de ser competitivos en producción y precios para entrar al mercado internacional. El mayor atraso que hay es a nivel tecnológico. Pero no nos podemos quedar de brazos cruzados, tenemos que innovar y adaptarnos a las nuevas tecnologías en la agricultura, de lo contrario vamos a quedar rezagados«, explicó Daniel D’Orazio, subdirector de Tecnología de Fedeagro.
En Argentina llevan 25 años adaptándose a la agricultura 3.0, con la utilización de drones o de satélites artificiales para evaluar los suelos y cultivos, incluso para ser gerentes eficientes en las fincas llevan años utilizando softwares agrícolas, para la gestión de mantenimiento de los equipos. Según Luigi D’ Alvano, director de Tecnología de Fedeagro, tocar estos temas en Venezuela resultan ser la gran novedad, apenas unos pocos productores han podido adoptarlos en los últimos cinco años, porque la gran mayoría se ha quedado en la tecnología 1.0 (arado manual), o el la 2.0 (cultivo mecanizado).
«En Argentina desde hace dos décadas vienen aplicando la agricultura de precisión, es la que mide las cualidades de los cultivos, del suelo y los factores climáticos para aplicar el mejor tratamiento en el lugar en el momento justo. Algo que los hace ser uno de los países más competitivos en Latinoamérica«, expresó.
«Por ejemplo en este país hace una década decidieron colocar banderilleros satelitales en los tractores, para que la persona que los conduce se dirija de manera correcta y precisa a lo largo de esa línea recta que se le debe hacer al terreno para colocar las semillas. Eso les permite ahorrar tiempo, recursos humanos y ser más precisos«, comunicó.
Según una encuesta de Fedeagro aplicada en 2022, 60% de los productores de Venezuela no se han adaptado a las nuevas tecnologías, 15% dijo que ahora entiende mejor la utilización la agricultura digital o la agricultura de precisión, y muy pocos utilizan sistemas de información para ayudar a mejorar la administración de sus finca.
«Medir una hectárea manual en una finca significa 37 horas de trabajo. Contar cada planta en cada metro tarda ese tiempo y tiene un margen de error de 30%. Si eso medición se hace con un celular a través de un satélite artificial o cámaras, una hectárea se pudiera medir en 30 minutos. Y si lo hacemos con un drone, esa medición tarda 5 minutos«, detalló. Quienes se están adaptando a lo que se conoce como agricultura 4.0, que es la inteligencia artificial, big Data, automatización, blockchain, cadenas genéticas y biológicas, ahorran tiempo en trabajo y pueden tomar mejores decisiones.
«La data que uno maneja en la unidad de producción pasa a ser parte de un activo. A la ahora uno vender un terreno o cuantificar el valor de la de la tierra, tiene mucho peso esa información«, expresó Daniel D’Orazio. En Venezuela las limitantes para adaptarse a las nuevas tecnologías, es que se deben adquirir los equipos adecuados, en el país es limitado el crédito, existen problemas con electricidad, conectividad, que se deben solventar, y hace falta capacitar a un personal que sepa manejar estos equipos innovadores y pueda interpretar la información recibida.
Salud de los suelos
Ray Archuleta y Alejandro Carrillo, son ingenieros agrónomos estadounidenses que han recorrido el mundo con La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), para enseñar los beneficios de la agricultura regenerativa, y romper los paradigmas sobre la agricultura convencional, que por casi 70 años ha utilizado el arado de los suelos y los agroquímicos para cultivar alimentos, contaminando el ambiente.
«Los agricultores deben aprender cómo funciona el suelo y cómo cultivar como lo hace la naturaleza. Y mientras más se aprenda a sembrar como la naturaleza, más insumos se ahorran y más dinero ganan al vender alimentos«, explicó Ray, del Departamento de Conservación de Recursos Naturales de EE.UU, en una charla en la hacienda de la Fundación Nadbio en la Ensenada, estado Yaracuy, el 19 de abril, cuando enseñó a más de 100 agricultores a como producir una agricultura más ecológica y una ganadería regenerativa.
A través de un experimento llamado «simulador de lluvias«, enseñó cómo un suelo convencional, es decir arado por años, un suelo desnudo con cero labranza, un suelo con pastizal y un suelo de bosque, infiltran el agua cada uno de una manera diferente.
«Al aparato se le colocan 25 milímetros de agua, que es equivalente a 25 centímetros de agua por hectárea. Cuando la lluvia empieza a caer el suelo de rastra que por décadas se le aplicó químicos como pesticidas, plaguicidas, fungicidas y fertilizantes sintéticos lo que hace es compactarse con el agua, es muy poca el agua que infiltra. Toda la vida se creyó que la rastra nos descompacta el suelo, pero realmente es lo contrario. A los cultivos sin labranzas, retuvimos bastante agua y todo esto hasta que llegamos al bosque, donde se infiltró bastante agua, al igual que con el suelo de pastizal», explicó Alejandro Carrillo.
Un suelo ideal, saludable es aquel que puede infiltrar o almacenar 15 centímetros de agua, esa es la reserva mundial más importante del planeta. «Aquí en Venezuela hay zonas en donde al año llueve mucho y se registran inundaciones como la zona agrícola y ganadera del Sur del Lago de Maracaibo. El hecho que un suelo pueda infiltrar el agua, hace que esos terrenos no se inunden cuando caiga mucha lluvia. En zonas donde cae menos precipitaciones al año,el suelo puede retener la poca agua que cae y aprovecharla mejor sin necesidad de riego constante«, explicó Alejandro Carrillo.
Pero para lograr esto hay seis principios básicos que tiene la agricultura regenerativa: El primero es no disturbar los suelos. No usar rastras, sólo usar máquinas especiales que abren el suelo muy superficialmente donde sólo cae la semilla.
El segundo es siempre mantener plantas verdes sobre la tierra haciendo fotosíntesis y captando carbono, produciendo carbohidratos más complejos como las glucosas y eso va en un 40% transferido a las raíces y exudados (líquido que se filtra) en el suelo, lo que estimula la microbiota del suelo que es fundamental.
Tercero, siempre mantener el suelo con plantas verdes, eso protege la acción solar directa sobre el suelo y también sobre el impacto de la lluvia sobre el terreno
El cuarto principio es no tener monocultivos, se debe mantener una serie de cultivos en un terreno. «Es la biodiversidad, todas las plantas tienen raíces de diferentes profundidades, los exudados en las raíces son diferentes y eso estimula la microbiota«, explicó Andrés Kowalski, director general de la Fundación Nacional para el Desarrollo de la Biotecnología (Nadbio). Por ejemplo en una siembra de fresa, también se puede cultivar pastizal.
El quinto elemento es que se debe tener animales herbívoros en el proceso de cultivo, para que los animales como herbívoros y rumiantes coman plantas de manera controlada . «Siempre decimos se necesita menos vacas, menos caballos, menos ovejas o cabras en los terrenos que cultivamos, y sí, el animal sin control puede dañar el ecosistema, pero aquí lo que necesitamos es un manejo racional, hay que pensar cómo mover el animal de tal forma que se alimente bien, pero que también permita que las plantas descansen. Entonces el animal tiene muchas herramientas que nos pueden ayudar, entre ellas está el efecto pesuña que quita la capa dura del suelo, el efecto saliva que es el intercambio que hay que cortar la planta y meter microorganismos, obviamente la bosta, la orina y el efecto que causa al respirar cerca del suelo. En definitiva el animal es una herramienta biológica que necesitamos para cultivar», explicó Carrillo.
Y el sexto principio es incentivar la presencia de microorganismos en el suelo, porque son lo que elaboran un pegamento de carbono, crean un habita en el suelo, crean pequeñas bolsas para controlar el flujo del aire y agua.
Utilizando menos agroquímicos y combustible, un productor puede disminuir costos de producción y cosechar alimentos con mas nutrientes y calidad.