EFE | LA PRENSA.- Los venezolanos continúan, en medio de la crisis y disturbios que atenazan a su país, a la cabeza en inversión en el sector inmobiliario de Miami, especialmente en la ciudad de Doral, con compradores pudientes capaces de desembolsar hasta 500.000 dólares por nuevas construcciones.
La pujante ciudad de Doral, conocida como «Doralzuela» por el gran número de ciudadanos de ese país radicados en ella, vive hoy una explosión de viviendas en preconstrucción y nuevas que dibujan un panorama urbano inédito.
El auge de la construcción se siente especialmente en el centro urbano y el denominado Midtown (mitad de la ciudad), en proyectos de nuevos condominios muy al gusto de los venezolanos.
«Los venezolanos siguen siendo los número uno en el mercado inmobiliario de Miami, sobre todo en Doral y en los nuevos proyectos» de construcción, dijo este jueves a Efe Sandra Benedetti Olivo, gerente de la compañía de bienes raíces First Service Reality.
Benedetti apuntó que, si bien la explosiva situación política y económica en Venezuela preocupa a los expertos de la industria en el sur de Florida, «hasta el momento los precios de los condominios y viviendas en Doral no se han visto afectados».
En ese contexto, la profesional venezolana, con más de 17 años de experiencia en el sector, puso el foco de atención en el sistema de control estatal de cambios en Venezuela y en el encarecimiento del dólar en ese país.
En el condado de Miami-Dade los venezolanos son de todos los extranjeros los mayores inversores en el negocio inmobiliario, con 17% del total.
Los otros latinoamericanos que les siguen son brasileños (15%), argentinos (14%) y colombianos (6%), según un informe divulgado en enero de 2017 por la Asociación de Agentes de Bienes Raíces de Miami.
No obstante, en lo que va de año, los primeros datos que llegan de esta asociación indican que «las compras de propiedades por venezolanos han disminuido 3% (de 332 ventas a 253), respecto del mismo período de 2016, precisó a Efe Lynda Fernández, vicepresidenta de comunicaciones de esta asociación.
El muy activo papel de los venezolanos en el auge del sector de bienes raíces en Doral contrasta con la creciente llegada de ciudadanos de este país en situación de precariedad económica.
Según Patricia Andrade, presidenta de la organización de derechos humanos Venezuela Awareness, están llegando a Miami dos tipos de venezolanos: «los que han podido planificar su salida y vendido sus bienes a tiempo», es decir, aquellos con un cierto capital, y una «nueva oleada» que huyen «de la represión» sin apenas capital.
En estos primeros casi ocho meses del año, un promedio diario de 20 a 30 familias venezolanas acuden a la organización Raíces Venezolanas, encabezada por Andrade, en busca de ayuda para subsistir y encontrar alojamiento.
Esta es una situación de proporciones de «crisis humanitaria que nadie está viendo», son matrimonios con hijos «víctimas de la represión» que «llegan con lo que tienen puesto», muy necesitados, y tratan de acomodarse en apartamentos compartidos.
Una «crisis humanitaria silenciosa» que se incrementa día a día, con «gente desesperada que hace cola» para obtener cualquier tipo de ayuda, desde artículos de hogar usados hasta juguetes.
«Y van a llegar muchísimos más» a medida que las esperanzas de la restauración de la democracia en Venezuela se vayan extinguiendo y que las «protestas en la calle se reduzcan», pronosticó Andrade.
Según diversas fuentes, en los últimos dos años los venezolanos han presentado más de 23.000 solicitudes de asilo político en EE UU.
Mientras, Doral continúa transformándose en una extensión del país que los venezolanos dejaron atrás.
En esta ciudad circulan periódicos comunitarios, abren restaurantes de comida típica, comercios y empresas con el sello emprendedor de esta población, como sucedió con la Pequeña Habana para los exiliados cubanos.