Hildamar Chávez | LA PRENSA de Lara – Pasan las semanas y las historias de cuarentena evolucionan en el mundo, muchas giran en torno al miedo, el aburrimiento la soledad y la rabia, problemas extrañamente nuevos para algunos, mientras que para otros las complicaciones económicas ha sido un golpe duro.& ;& ;
Al otro lado de la cordillera andina, a unos 4.707 kilómetros de distancia específicamente en Santiago de Chile, se encuentra la familia Medina Montilva, oriunda de Caracas, Venezuela, conformada por cinco integrantes: María Gabriela (mamá), Carlos (papá), Carla (hija mayor), Gabriel (hijo menor, 17 años), Carlos (sobrino/primo), quienes están en la capital chilena, haciendo frente a la vida dura de inmigrantes en medio de un confinamiento por la pandemia del coronavirus.& ;& ;
Carla, la hija mayor de 23 años, fue la segunda de su hogar en emprender el viaje al extranjero y conversó con La Prensa de Lara para relatar la historia de su familia en tiempos de pandemia, una situación global que no estaba en sus planes, pero junto a su familia, se están viendo en la obligación de hacerle frente.& ;
La joven caraqueña cuenta que su primera reacción tras la llegada del virus al país sudamericano no fue de sorpresa pues ya se lo esperaba. «No me sorprendió era algo que ya se venía venir, solo nos manteníamos a la expectativa de cómo sería» confesó, por lo que al igual que el resto de su familia, decidió no desesperar y tomar la situación con calma, para así cumplir las medidas de prevención.
& ;»Al principio si estábamos muy paranoicos, la más desesperada era mi mamá» comentó para este reportaje especial de inmigrantes en el exterior. No obstante, en medio del ajetreo que trae consigo una de las capitales más concurridas de América Latina, las semanas de confinamiento no habían impactado mucho en este hogar, hasta la fecha.
En un principio la rutina cambió un poco, además de tener que integrar las mascarillas en su día a día, todos en la familia tuvieron que adaptarse al «teletrabajo«, sin embargo, no pasó mucho tiempo cuando fueron llamados nuevamente para regresar a sus puestos de trabajo, a excepción de Gabriel, el menor de la familia.& ;
«Seguimos nuestra rutina normal, trabajamos y en nuestros ratos libres nos reunimos como siempre a ver películas o pasar el tiempo con juegos de mesa».& ;
Pero un giro inesperado entró en la historia cuando hace unos días se enteraron que uno de sus compañeros de trabajo de la empresa ?en la que tres de estos cinco integrantes laboran- ha dado positivo a las pruebas de coronavirus y sin aviso alguno, decidió seguir asistiendo con normalidad. «Nadie sabía porque nunca avisó, incluso ya otra persona de la empresa falleció por el virus» detalló aún llena de incertidumbre.
Carla, Carlos, el papá y su primo, laboran en una empresa procesadora y distribuidora de papas fritas y frutos secos. Hasta ahora trabajan de manera presencial pero con muchas normas de seguridad y prevención. Por suerte, el virus no se propagó en su lugar de trabajo.& ;
En Chile existe la imposibilidad de realizar las pruebas para la COVID-19 con rapidez, por el colapso de los centros de salud, situación que los lleva a se aferrarse a la fe mientras se mantienen a la expectativa de qué podrá suceder. Hasta ahora ninguno ha presentado síntomas y siguen rezando para no contraerlo.
Con respecto a su familia que aún reside en Venezuela, Carla, quien fue estudiante de Comercio en su país, asegura que tratan de mantener el contacto lo más seguido posible y viceversa. Desde ambos países el objetivo entre ellos es el mismo, asegurarse de que todos estén bien y que tomen las precauciones necesarias.
La historia de la familia Medina Montilva, es una más de tantas que lucha por sostenerse con buena salud y con los medios económicos necesarios para seguir manteniéndose firme en un país que no es su tierra natal, donde crecieron e hicieron su familia.& ;
Hasta la fecha Chile registra 301 mil 19 casos confirmados y los fallecimientos alcanzan a los 6 mil 434.
Momento de tomar conciencia
Aunque todo parezca estar nublado, no lo es. Con millones de personas resguardadas en sus hogares por el decreto de cuarentena, la naturaleza dio un respiro. Y a ese pensamiento, se aferra Carla con su familia para llamar a la conciencia.& ;
Calles y playas vacías, lugares que solían estar repletos descansaron. Las ciudades más visitadas del mundo han registrado una disminución significativa en sus índices de contaminación, un hecho inédito.& ;
Esto solo significa algo, «es momento de tomar conciencia» afirma la venezolana. «Me pone muy feliz ver como los animales regresan a su hábitat, es algo que le habíamos quitado porque simplemente ya habíamos colapsado todo (?) Solo espero que después de esto el resto de las personas se den cuenta que no hay un después para tomar conciencia».& ;& ;
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