EFE | LA PRENSA DE LARA.- Como si fuese un trampolín divino desde el que proyectarse, el nuevo monarca del Reino Unido, Carlos III, se apoyó este viernes en la figura indiscutida de su madre, Isabel II, para lanzar su reinado y ganarse el apoyo de los ciudadanos.
Carlos no es un maestro de la oratoria. Abundan en el Reino Unido los chistes sobre su acento marcadamente esnob (el famoso «labio rígido» de la aristocracia) y raramente ha conseguido transmitir empatía en sus intervenciones públicas.
Y aunque su popularidad ha crecido en los últimos añ;os, siempre se le ha percibido como un personaje más bien antipático. Durante añ;os llegó incluso a circular la hipótesis infundada de que abdicaría en su hijo, Guillermo, antes de asumir la Corona.
Por eso, buen sabedor de que ahora mismo su mayor patrimonio es ser hijo de su madre, hoy presentó su misión como una continuación de la vida de servicio que Isabell II llevó.
Solo 24 horas después de su fallecimiento en el castillo de Balmoral a los 96 añ;os, su primer mensaje a la nación fue un tributo a Isabel II. Así se encargó de recordarlo la foto que aparecía a su izquierda, encima de la mesa en el Salón Azul del Palacio de Buckingham donde se grabaron las palabras.
Pero el discurso también quiso apuntalar varios flecos en otras direcciones.
Apenas entró en cuestiones políticas más que para recordar que «defenderá los principios constitucionales» al igual que hizo su predecesora. Una de las claves del éxito de la anterior soberana fue precisamente haber esquivado siempre el barro político para mantenerse como una figura por encima de querellas partidistas.
EL EJEMPLO DE «UNA VIDA DE SERVICIO»
Carlos buscó refugio en la «inspiración y el ejemplo» que supuso Isabel II para él y toda su familia.
«A mi querida mamá, mientras comienzas tu último gran viaje para unirte con mi querido papá, quiero decirte simplemente esto: ‘Gracias. Gracias por tu amor y la devoción a nuestra familia y a la familia de naciones a la que has servido diligentemente todos estos añ;os'», le dirigió su hijo.
Vestido con traje y corbata negros, Carlos III apareció sereno y con gesto compungido al hablar a sus ciudadanos por primera vez como rey.
Al insistir una y otra vez en la vocación de «servicio» que presidirá sus acciones, se remitió directamente al célebre discurso que su madre dio en 1947 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) a la Commonwealth, que se convirtió en el «leit motiv» de su reinado.
«La reina Isabel tuvo una vida bien vivida, una promesa con el destino cumplida. Ahora es llorada en el momento de su muerte. Yo renuevo hoy esa