En las profundidades del Caribe mexicano, en un rincón del estado de Quintana Roo, se ha desenterrado un misterio marítimo de más de dos siglos. Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha logrado lo que muchos consideran un descubrimiento invaluable: los vestigios de un barco inglés hundido hace más de 200 años en una zona de arrecifes conocida como Quitasueños, famosa por haber provocado numerosos naufragios a lo largo de la historia.
Este velero, que permanecía oculto bajo el agua en una de las áreas más peligrosas de coral, representa una pieza importante para la arqueología subacuática.
El hallazgo se produjo cuando un pescador local, Manuel Polanco, avistó los restos del barco inglés y lo informó al INAH, lo que dio inicio a la investigación. En reconocimiento a su contribución, el naufragio fue nombrado en su honor. Según informes del instituto, este es el número 70 registrado en la reserva de la biosfera de Banco Chinchorro, lo que refuerza la reputación de la zona como un verdadero cementerio de barcos
Características del barco inglés
El naufragio descubierto corresponde a un barco inglés que data de finales del siglo XVIII o principios del XIX. Los arqueólogos del INAH lograron identificar algunos de los elementos más representativos del barco, como un ancla, un cañón y varios lingotes de hierro utilizados como lastre. Estos hallazgos ofrecen pistas fundamentales para determinar el tipo de embarcación y su procedencia. Aunque los restos de madera del casco no se han conservado debido al paso del tiempo y las duras condiciones del mar, los objetos metálicos que se encontraron en el arrecife han resistido relativamente bien el desgaste.
Según los antropólogos el cañón y el ancla, en particular, sugieren que se trataba de un barco inglés robusto, probablemente involucrado en viajes comerciales o militares. Los lingotes de hierro indican que la embarcación necesitaba estabilizarse durante sus travesías, lo cual era común en los barcos de esa época, dado que se enfrentaban a condiciones marítimas complejas en rutas largas a través del Atlántico. El descubrimiento de este barco hundido es considerado un tesoro arqueológico de valor incalculable.
Estos vestigios no solo cuentan la historia del naufragio en sí, sino que ofrecen una ventana al pasado naval de las potencias europeas, que en ese tiempo dominaron las yeguas en su búsqueda de nuevas rutas comerciales y territorios.
Investigación en curso
El equipo de arqueólogos subacuáticos del INAH ha señalado que el descubrimiento del barco inglés se encuentra en una fase inicial de investigación. Hasta el momento, se han realizado dos sesiones de buceo para llevar a cabo una inspección preliminar del sitio y una primera evaluación de los restos encontrados. Según Laura Carrillo, investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) y responsable del Proyecto Banco Chinchorro, uno de los mayores desafíos del estudio es la fuerte corriente marina en la zona, lo que dificulta el acceso y el análisis detallado del naufragio.
Otro obstáculo importante es la ausencia de los restos del casco de madera, que se han desintegrado debido al paso de los siglos y las condiciones climáticas del lugar. Los objetos más sólidos, como el ancla, el cañón y los lingotes de hierro, son los únicos que se han conservado en un estado relativamente bueno, gracias a su proximidad al arrecife de coral, donde han permanecido pegados y protegidos del deterioro total.
La arqueología subacuática requiere de tecnología avanzada y un enfoque multidisciplinario. En este caso, los arqueólogos están utilizando equipos de buceo especializados y técnicas no invasivas para mapear el área y recuperar información sin dañar los restos. A medida que avancen las investigaciones, se espera obtener una comprensión más profunda sobre las dimensiones originales del barco, su tripulación y la naturaleza de su viaje antes de su trágico destino en las aguas de Quitasueños.
Historia de la zona de arrecifes «Quitasueños»
El lugar del descubrimiento, una peligrosa zona de arrecifes conocida como Quitasueños, es célebre por su alta tasa de naufragios. Situado dentro de la reserva de la biosfera de Banco Chinchorro, este falso atolón, también llamado “isla de coral”, ha sido el responsable de innumerables desastres marítimos a lo largo de los siglos. Su formación coralina, aunque bellísima, es extremadamente traicionera para los navegantes que, en épocas pasadas, se aventuraban por estas aguas sin la ayuda de las modernas tecnologías de navegación.
Banco Chinchorro, ubicado frente a las costas de Quintana Roo, en el Caribe mexicano, es el mayor atolón coralino de México y uno de los más grandes del hemisferio occidental. Con una biodiversidad rica y una geografía peligrosa, ha sido testigo de numerosas tragedias navales. No es casualidad que se hayan registrado hasta la fecha 70 naufragios en sus aguas, lo que lo convierte en un verdadero cementerio submarino para embarcaciones de diversas épocas.
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Con información de Infobae