EFE | LA PRENSA DE LARA.– Un ataque ruso con misiles dejó este miércoles al menos 15 muertos y 50 heridos en una estación de tren en la región ucraniana de Dnipropetrovsk, según denunció el presidente del país, Volodímir Zelenski.
Zelenski aseguró que los proyectiles impactaron directamente en vagones que se encontraban en la estación de Chapline y que cuatro de ellos han ardido, por lo que el número de víctimas aún puede incrementarse.
El presidente ucraniano se expresó así durante un discurso por videoconferencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, que hoy se reunió para abordar la guerra cuando se cumplen seis meses del inicio de la invasión rusa.
«Hasta ahora, al menos 15 personas han muerto, alrededor de 50 han resultado heridas. Los rescatadores están trabajando, pero desafortunadamente el número de muertos aún puede aumentar», dijo Zelenski, según una transcripción facilitada por el Gobierno ucraniano.
La intervención de Zelenski sufrió problemas técnicos en su inicio que hicieron que varias de sus frases no se pudiesen escuchar en Nueva York, lo que fue muy criticado por Rusia, que había pedido que no se permitiese a Ucrania participar por videoconferencia en la sesión.
El líder ucraniano denunció que este tipo de ataques se han convertido en una rutina en su país mientras «lucha por su libertad contra el terror ruso».
«Así es como vivimos cada día. Así es como Rusia se preparó para esta reunión del Consejo de Seguridad», dijo.
Zelenski insistió en su discurso ante la ONU en que «el futuro del mundo se está decidiendo en Ucrania» y avisó de que si Rusia gana el conflicto, llevará la guerra a otros países.
«Nuestra independencia es su seguridad, la seguridad del mundo entero», subrayó el presidente de Ucrania, que hizo hincapié en el impacto internacional que está teniendo la invasión de su país, tanto de cara al futuro por el precedente que puede suponer, como en el presente más inmediato por sus efectos en la crisis alimentaria y energética mundial o el riesgo de un desastre nuclear.
En ese sentido, acusó a Rusia de «colocar al mundo al borde de una catástrofe radiactiva» al haber convertido «en una zona de combate» la central de Zaporiyia, la mayor de Europa, y que lleva bajo control de las fuerzas rusas casi desde el inicio de la guerra.