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Alerta por el abuso de pantallas: Expertos definen el límite saludable para niños y adolescentes

Alerta por el abuso de pantallas: Expertos definen el límite saludable para niños y adolescentes

El incremento constante en el uso de dispositivos electrónicos ha encendido las alarmas entre los profesionales de la salud, preocupados por el impacto en el bienestar físico y mental de la población. Aunque las necesidades varían individualmente, el consenso general sugiere no sobrepasar las dos horas diarias de pantalla con fines recreativos.

Sin embargo, un análisis difundido por la revista científica BMC Public Health revela una realidad inquietante: los promedios internacionales en adolescentes y adultos rondan o exceden las siete horas al día, evidenciando una desconexión drástica con las pautas saludables.

Señales de alerta y el rol de los padres

Para Yaron Litwin, director de marketing de Canopy y especialista en bienestar digital, más allá de contar los minutos, lo crucial es identificar cuándo el hábito se vuelve nocivo. El uso se considera excesivo cuando empieza a sabotear el sueño, deteriora el rendimiento escolar, o afecta la convivencia familiar y las relaciones sociales.

El experto hace énfasis en la responsabilidad de los adultos como referentes: «Tu comportamiento puede influir en tus hijos. No olvides que eres un modelo a seguir y que cualquier mal hábito digital que muestres puede ser fácilmente adoptado por la siguiente generación», advirtió.

La propuesta de la OMS para el uso de pantalla

Para orientar a las familias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido límites claros según la etapa de desarrollo. Se aconseja que los menores de dos años no tengan contacto alguno con pantallas, a excepción de videollamadas puntuales. Para el grupo de dos a cinco años, el máximo es una hora al día, idealmente acompañados y consumiendo material educativo. Finalmente, para niños y adolescentes de entre seis y 17 años, el tope sugerido es de dos horas diarias, dejando fuera de este conteo el tiempo dedicado a tareas escolares.

Como herramienta práctica para implementar estos límites, Litwin promueve la regla «3-6-9-12», diseñada originalmente por el psiquiatra Serge Tisseron. Este método propone un esquema progresivo: cero pantallas antes de los tres años; evitar entregar dispositivos propios antes de los seis; permitir el acceso a internet recién a partir de los nueve años; y prohibir el uso de redes sociales o tener aparatos conectados en el dormitorio hasta cumplir los 12 años.

El objetivo de estas restricciones escalonadas no es solo limitar el tiempo, sino proteger el desarrollo cognitivo y emocional. Los expertos coinciden en que retrasar el acceso a la tecnología y mantener una supervisión activa es fundamental. Según Litwin, gestionar estos tiempos de manera viable para cada dinámica familiar ayuda a prevenir la formación de hábitos digitales tóxicos y reduce significativamente los riesgos asociados a la salud mental en el futuro.

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