Anny Giménez | LA PRENSA.-Los zapateros hacen de tripas corazón para mantenerse. Por la falta de efectivo les ha tocado actualizarse, recibir transferencias, productos como harina o arroz o cobrar la mitad en efectivo para poder mantener su negocio.
Anderson Sánchez cuenta que por su profesión de abogado es mucho lo que camina a diario por el casco histórico de la ciudad, pero este jueves sus zapatos no aguantaron el trajín y se despegaron, por lo que tuvo que buscar un zapatero. “Los mandé a reparar, pero no pregunté cuánto me saldría y lo peor es que tenía que pagar en efectivo y sólo tenía lo de los pasajes”, destacó.
La falta de efectivo ha obligado a los zapateros a estar abierto a los cambios y así poder cobrar su trabajo manual en las diferentes modalidades de pago que brinda la sociedad económica del país.
Rafael Mujica es un zapatero desde hace más de 30 años, asegura que desde el mes de noviembre le tocó adaptarse a otras formas de pago, lo ideal para él es el efectivo, pero ya no hay por lo que recibe transferencias, dependiendo de cómo haya estado el día y la fluidez de efectivo pide 50/50; es decir, la mitad en efectivo y el resto en transferencia, y en ocasiones hasta una harina, arroz o azúcar le ha tocado recibir como parte de pago.
Arminda Lucena tiene seis hijos y seis nietos, siempre tiene un zapato que reparar o ajustar para evitar que se dañe. El zapatero siempre pasa y como es cliente fija hace el trabajo y le transfiere, a veces si tiene le da una harina, pasta o cualquier otro producto de primera necesidad.
“Me da mucha tristeza porque sé que no es mucho lo que gana, los materiales están muy costosos y en ocasiones, a pesar de no tener ningún trabajo que mandar a hacer le brindo aunque sea un café, porque sé que está sin nada en el estómago”, asevera Lucena.
Cambiar la suela de un zapato puede costar, dependiendo el modelo de la suela, entre Bs. 250 y 500 mil, sólo coserlo Bs. 20 mil. Hay quienes piden las suelas y cobran 50 mil únicamente por la mano de obra.
A diario en los puestos fijos llegan por lo menos cinco pares de calzados para que sean arreglados, quienes se han dedicado a hacer más duraderos los zapatos aseguran que si no fuese por la falta de efectivo su situación económica fuese otra.
Los zapatos que más llegan son para pegar y coser, y son los deportivos, porque son los que usan más los chamos y los jóvenes en la actualidad; sin embargo, las mujeres también llevan zapatillas y sandalias para que las peguen y si es posible las cosan.
Carlos Manrique asegura que la situación del país es muy lamentable y lo peor es quien paga las consecuencias es la gente de a pie, los precios de los zapatos están por las nubes y cuando se logra hacer un sacrificio para comprar un par hay que mandarlos a coser para ver si duran un poco más.
Y es que ya ni porque se pague mucho es garantía de que son de buena calidad, la variedad de los materiales, pegas, hilos y hasta las suelas son caras y difíciles de conseguir.
Arquímedes Mujica no recuerda cuándo fue la última vez que estrenó zapatos, tenía guardado un par, pero la suela estaba vencida y se la mandó a colocar nueva, la compró y pagó la mano de obra, de no haberla comprado no sabe cómo hubiese hecho, porque para comprar un par nuevo no le alcanza.