Ana Uzcátegui | La Prensa de Lara.-& ;Tras casi dos meses de cuarentena, venezolanos comprobaron que las desgracias nunca vienen solas. El país experimenta la paralización del aparato productivo, el aumento de precios de alimentos y medicinas, cortes eléctricos, y fallas en los servicios públicos, un sistema sanitario colapsado, incremento de la inseguridad y un año escolar perdido por no adaptarse a las plataformas tecnológicas que exige la educación a distancia.& ;
Las denuncias son hechas por ciudadanos que consideran que la vida les cambió para peor con la pandemia.
Poder comer es la principal preocupación de Gladys Pérez, que aunque sigue cobrando un salario como bedel de un liceo público, sus ingresos no le permiten hacer un mercado de tres días. «Gano salario mínimo y he sobrevivido por los productos CLAP que llegan a la comunidad», comentó. Su dieta se resume en pequeñas porciones de arroz o pasta con lentejas.
Para los que trabajan por su cuenta la situación se agrava. José Altuve es vendedor ferretero, sector que está paralizado. «No percibo sueldo porque gano por comisión y aunque he vivido de los ahorros, los recursos ya se agotaron», indicó desde una parada de Transbarca en la que llevaba esperando dos horas.
«La escasez de gasolina es otro problema que nos afecta, el carro está parado desde que se registraron los primeros casos de Covid-19», soltó, mencionando el principal caos que se originó en la cuarentena: la escasez de combustible.
«Todos los sectores están deprimidos, el primario sufre la emergencia de la falta de combustible y materia prima que le impide iniciar el ciclo de siembra este año, igual está la industria y aunque un porcentaje de los comercios laboran, lo hace con dificultad. El pago de nómina se ha garantizado de acuerdo a la capacidad de aguante de cada empresa», resumió Giorgio Reni, presidente de Fedecámaras Lara.
Empresarios ahora se ciñen a una jornada laboral más corta, con una economía que sigue dominada anárquicamente por el dólar paralelo que desde el 16 de marzo a la fecha se ha incrementado 129%. Esta realidad que golpea sobre todo a la población más pobre, está ocasionando un incremento desmedido de la violencia.
Carlos Meléndez, coordinador del Observatorio de la Violencia regional, apunta que los saqueos a comercios que se han registrado en varios estados del país, son una señal contundente de que el hambre no aguanta estar en cuarentena.