Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Si de pasar roncha se trata, los vecinos que hacen vida en la comunidad de Santa Isabel pueden hablar con propiedad sobre el asunto. Basta con darse un breve paseo por la zona para percatarse de que la precariedad ha llegado para quedarse luego que las cloacas colapsaran y se vieran invadidos por excrementos que deben sacar de tobo en tobo.
Y es que la fetidez y la contaminación se han convertido en parte de su día a día desde hace un año. Quienes allí hacen vida, exponen que todo comenzó por un colapso de cloacas que afectó a las viviendas que se encuentran entre las carreras 7 y 8.
Detallan que Hidrolara en un inicio se abocó a brindarles soluciones, no obstante, el trabajo no fue terminado y dejaron a los vecinos que residen en la carrera 8 entre calles 4 y 5 sumergidos en la calamidad.
En medio de la decepción y el desespero, relatan que Hidrolara prometió que para finales del 2020 ya tendrían una solución, pero todo quedó en promesas sin cumplir, pues con cada día que pasa en lugar de mejorar, la situación se hace menos llevadera.
En su momento, la excusa que les dieron fue que no contaban con los tubos que serían utilizados para solventar la falla. Por lo que las personas decidieron ponerse de acuerdo y entre todos hicieron las gestiones correspondientes para buscar los tubos y poner fin al sufrimiento.
Pero las cosas no salieron como esperaban, resulta que cuando ya contaban con los nuevos tubos, Hidrolara regresó para retomar el trabajo, cavaron seis huecos y más nunca regresaron.
A un lado de la vía quedaron los tubos, mientras que los huecos quedaron en plena vía, representando un peligro para quienes transitan por el lugar.
Narran que se les informó que en la capital larense actualmente no se encuentran las máquinas que se requieren para continuar la reparación.
La contratista encargada de llevar a cabo el trabajo les propuso alquilar una para poder retornar a la normalidad, sin embargo, señalan que es una alternativa que se encuentra fuera de su alcance, pues el alquiler tiene un costo de $10 por hora.
Comentan que desde que se cavaron los huecos, los desechos fecales comenzaron a brotar dentro de las viviendas a través del drenaje y pocetas, situación que los llevó a buscar alternativas por sus propia cuenta.
Cada sábado, un grupo de hombres se reúne desde la madrugada para comenzar a destapar las bocas de visita con sus propias manos. Depositan los desechos en tobos y los vierten en una cloaca que se encuentran a pocos metros.
Su única petición es que los entes correspondientes se apiaden de ellos y de una vez por todas les ofrezcan soluciones, y es que les parece indignante tener que verse obligados a vivir en condiciones humillantes.