María B. Jordán | LA PRENSA de Lara.- Según el Observatorio de Universidades (OBU), las casas de estudios se encuentran en condiciones no aptas para impartir y recibir educación.
De acuerdo a un estudio realizado, señalan que el 47 % de los docentes trabaja en un lugar riesgoso para la salud por la presencia de humedad.
Lo mismo sucede cuando están en las aulas de clases, pues existen bombillos que están dañados y otros que han sido robados, pero por la carencia presupuestaria no pueden ser reemplazados, por lo que el OBU estimó que el 49 % de las aulas tienen problema con la iluminación y en un 80 % no cuentan con aire acondicionado.
«La prioridad que hay ahorita es para pagar sueldos y salarios«, expresó Fátima Do Santos, representante de la Unexpo, detallando que todo lo demás queda de un lado porque el presupuesto no da para otra cosa. «Todos en la universidad estamos en las manos de Dios», asegurando que no cuentan con óptimas condiciones para dar clases como debería ser.
Inseguridad
A todo eso se le suma que un 70 % de los estudiantes no se sienten seguros en las universidades por la inseguridad que los azota. «Hay poco personal de vigilancia«, expresó Jesús Suárez, presidente del Centro de Estudiantes de la UCLA, enfatizando que en los decanatos son blancos para la delincuencia. «El poco personal de seguridad que hay no tiene cómo defenderse», dijo el chamo, por lo que han desvalijado la universidad poco a poco, por lo que el OBU aseguró que por lo menos en los últimos seis meses el 62 % de la población universitaria ha sido víctima de algún tipo de delito.
Aires acondicionados, computadoras, inmobiliaria y hasta herramientas de trabajo han sido robadas de las universidades y los estudiantes y docentes se quejan con menos cosas, pues son implementos que por el déficit presupuestario no pueden ser reemplazados.
La inseguridad ha sido tanta, hasta el punto en que los estudiantes han resultado heridos por los choros para quitarles sus pertenencias, por lo que la misma desidia es cómplice de los malandros, pues se esconden entre el monte para sorprender a la comunidad universitaria que camina por los decanatos, en especial en los horarios de la tarde y noche, donde la oscuridad también se pone de lado de los hampones.