Ana Uzcátegui | LA PRENSA de Lara.-& ;La crisis por la escasez de gas doméstico se agudiza y golpea con más fuerza a los residentes de edificios y condominios del municipio Iribarren, quienes no pueden sortear las fallas del servicio con fogones, y la posibilidad de paliar la situación con cocinas eléctricas se ve mermada cada vez que se aplican cortes de energía.
El desgaste emocional se refleja en el rostro de Sonia Guevara, habitante del edificio Parque Central, ubicado en la avenida Lara, al este. Su condominio, donde habitan 180 familias distribuidas en tres torres, que antes era privilegiado con este servicio, ahora tiene desde abril sin que el camión surtidor Gas Lara, les llene los tres tanques estacionarios de 1.609 litros cada uno, que tiene este complejo residencial privado.
«Para mi madre de 95 años de edad, resulta inconcebible que el país se haya quedado sin gas. ¡Claro!, ella recuerda otra Venezuela», soltó Guevara, al relatar que en más de una ocasión ha tenido que darle el almuerzo o la cena fría a la anciana cuando se queda sin cocinar, justo al tiempo que Corpoelec aplica cortes de hasta siete horas diarias.
«Hay que armarse de paciencia. Yo trato de tener pan y queso en la casa porque tengo niños menores de 10 años que no aguantan largas horas sin comer», contó Nelly Rojas, habitante de una de las torres. Alertó que está situación ha generado el desespero de muchas familias, quienes han saltado las normas de seguridad que deben tener los condominios del país, introduciendo bombonas de 10 kilos en los apartamentos, «sin advertir los peligros que una fuga de gas podría generar», comenta.
«Aquí tardan en llenar los tanques de dos a tres semanas cuando antes no ocurría. Nos hemos cansado de llamar a la empresa Gas Lara para obtener alguna explicación y sólo conseguimos excusas», denunció.
Indicó que en más de una ocasión las áreas verdes y caminerías de la urbanización conocida como «La Sucre», han sido tomadas para armar fogones. «Los vecinos en momentos de crisis, sin gas ni electricidad han bajado a cocinar un hervido o caraotas para amortiguar el hambre instalando sus fogones», señaló.
«El tanque que abastece a 36 familias por bloque, tiene un peso de 900 libras (408 kilos), pero lo llenan a la mitad. Antes el servicio nos duraba un mes, ahora alcanza para 15 días y tardan semanas para volverlo a llenar», aseveró. Su rutina ha sido alterada desde que inició la cuarentena, porque la escasez de gas y los cortes eléctricos la mantienen con los nervios alterados.
«Soy una persona hipertensa, me ha tocado almorzar a las cinco de la tarde, o cocinar de madrugada apenas llegue la luz», dijo señalando una arrocera donde prepara sus alimentos ante la falta de gas: «Los bajones de luz repentinos me achicharraron la cocina eléctrica y un tostiarepa», detalló.
Gladys Jiménez, denunció que estas fallas en el servicio se dan a pesar de los aumentos sintomáticos que ha decretado la gobernación de Lara con el servicio de gas doméstico. «El kilo de gas residencial que en febrero costaba tres mil bolívares el 11 de mayo fue aumentado a nueve mil bolívares. Ahora tenemos que pagar 200 mil bolívares por apartamento», confesó. Para los adultos mayores que dependen del sueldo mínimo, este incremento les ha golpeado duro en el bolsillo, asevera.
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