Andreína Rodríguez | LA PRENSA.- Seis, siete, y hasta ocho meses es el tiempo que algunos pacientes con hipertensión tienen sin tomar los tratamientos, unos incluso no recuerdan hace cuánto lo tomaron por última vez.
Marlene Castro salía del consultorio de cardiología dentro del Hospital Central Universitario Antonio María Pineda con su esposo en silla de ruedas quien padece de hipertensión arterial, y asegura que los tratamientos hay que buscarlos hasta debajo de las piedras para encontrarlos a como dé lugar.
Marlene Admitió que para su esposo hace dos semanas consiguieron Losartán con diurético en 3 millones de bolívares. “Fue mi hijo quien la encontró y fue porque se la revendió alguien, pero hay que buscarla y esa muy difícilmente se encuentra. Hay que pagarla en altos precios”, admitió resignada.
Tras realizar una investigación en diferentes farmacias del estado se puede corroborar que ha desaparecido la mayoría de los medicamentos
prescritos por los médicos ante este padecimiento. Los que se logran encontrar no tienen un precio específico y oscilan entre 350 y 800 mil
bolívares.
Hay quienes la traen de afuera y para venderlas cobran el precio al cambio paralelo del dólar negro. Celia Padilla nos asegura que de esa forma es que su hermana consigue Aprovel. Ella consigue esa medicina, porque se la trae de San Felipe un muchacho que la consigue de afuera y se la vende al cambio de lo que cuesta un dólar en la calle”.
Luzmila Leal, médico internista, asegura que el riesgo que corren los pacientes que no cumplen a cabalidad el tratamiento es muy alto, debido a esto pueden existir daños a nivel cerebral, arterial, cardiovascular, renal, oftalmológico, entre otros que causa el deterioro y
complicación del paciente.
“Los médicos hoy día tenemos la necesidad y el deber de poner a disposición del paciente de 3 a 4 tipos de medicamentos y agotar todas las posibilidades para encontrar lo que se requiere para cada tipo de padecimiento”. Declaró y también comentó que son muchos los pacientes que tienen meses que no realizan sus tratamientos.
Los precios y el desabastecimiento en farmacias han obligado a olvidar voluntariamente la hipertensión y rogar a Dios no sufrir de complicaciones. Pacientes no sólo han dejado atrás los tratamientos; algunos pacientes de hipertensión arterial se han alejado incluso de los consultorios médicos alegando que si no pueden conseguir tratamientos no les resulta ir a consulta.