José Sequera | LA PRENSA.- Con mucho cuidado Segundo Saavedra estaciona su carro a las afueras del centro comercial Babilon. Se baja y espera a ver si llega un cliente. Son casi las 6:30 pm y él trabaja hasta las 7:00 pm. Sabe que ya no puede esperar mucho porque los niveles de inseguridad lo limitan en su horario de trabajo.
Tal como Segundo, la mayoría de quienes trabajan en este gremio, sobre todo si forman parte de una línea de taxis, no están trabajando hasta tarde debido a los riesgos que comprende hacer carreras al caer la noche, poniendo en jaque la vida tanto del cliente como de ellos.
Debido a esto, muchos taxistas han preferido unirse a alguna línea de taxi que trabaje en un centro comercial, para que lo máximo que trabajen sea hasta las 7:30 pm.
Tanto es así, que las líneas ubicadas en los centros comerciales Babilon, Metrópolis, Las Trinitarias y Sambil, actualmente son las líneas que más trabajos tienen, más que todo después de las 2 de la tarde, que es cuando hay más flujo de personas.
Franyelis Gil, chequeadora de la línea de Taxi Sol, ubicada en el Metrópolis, asegura que por el sitio y el horario en el que trabajan, no han pasado malos ratos, sin embargo, admite que la delincuencia tiene a monte a los profesionales del volante.
Gilberto Rojas, miembro de la línea de Taxi Sol, dice que él no trabaja de noche porque no se siente para nada seguro trabajando hasta altas horas de la noche.
«Por la inseguridad, no trabajo de noche. Hasta ahora no me ha pasado nada, pero tengo compañeros que si han tenido muy malas experiencias con clientes. Yo me cuido mucho de eso”, manifiesta Rojas.
Y es que las experiencias turbias no son cuentos de caminos. Taxistas aseguran que han visto mil y una cosa haciendo carreras nocturnas. Desde robos a mano armada de vehículos, dinero u objetos de valor hasta asesinatos han tenido que presenciar.
Recordando con mucho pesar, Tomás Morillo, narró la vez en la que haciendo una carrera hasta una funeraria de la ciudad, le fue robado el carro.
“Resulta que cuando llego a la funeraria, era un velorio de unos malandros, y entonces vino un hombre muy alto amenazándome con una pistola. No tuve otra opción que darle mi carro porque mi vida estaba en juego”, revela Morillo.