sábado, 23 noviembre 2024
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Sueldo de venezolanos se vuelve sal y agua

Osman Rojas | LA PRENSA.- En Ve­ne­zue­la se co­me lo que se pue­de. La fra­se “el suel­do no al­canza pa­ra na­da” es la más es­cu­cha­da en la ciu­dad y es que lo que co­bra un tra­ba­ja­dor pro­me­dio no al­can­za ni pa­ra com­prar un car­tón de hue­vos.

Aho­ra mis­mo, el sa­la­rio de un tra­ba­ja­dor en Ve­ne­zue­la es de 248 mil 510 bo­lí­va­res; es de­cir, una per­so­na co­bra, ca­da 15 dí­as, un sa­la­rio ba­se de 124 mil 255 bo­lí­va­res, pla­ta que no al­can­za ni pa­ra com­prar una ha­ri­na pan ba­cha­que­a­da (180 mil bo­lí­va­res).

“Co­mer es lo más di­fí­cil. Uno no ha ter­mi­na­do de co­brar cuan­do ya es­tá pa­gan­do. La­men­ta­ble­men­te, na­die pue­de aho­rrar en es­ta eco­no­mí­a”, co­men­ta Ida­lis Sán­chez, quien se en­con­tra­ba en la ca­rre­ra 18 con ca­lle 36 com­pran­do yu­ca pa­ra el al­muer­zo.

La mu­jer ex­pli­ca que lo más di­fí­cil es re­sol­ver el al­muer­zo, pues la cos­tum­bre del ve­ne­zo­la­no dic­ta que el pla­to se sir­ve con un prin­ci­pal y dos con­tor­nos.

“En el de­sa­yu­no se co­me cual­quier co­sa y en la la ce­na tam­bién, pe­ro el al­muer­zo es otra his­to­ria. Si uno no tie­ne arroz o pas­ta no en­cuen­tra qué co­ci­nar y eso po­ne a llo­rar a cual­quie­ra”, di­ce.

La in­fla­ción que se vi­ve en Ve­ne­zue­la es tal que, en es­tos mo­men­tos, com­prar un ki­lo de arroz, de pas­ta o una ha­ri­na es im­po­si­ble con la quin­ce­na de un tra­ba­ja­dor pro­me­dio. “Las co­sas su­ben to­dos los dí­as. So­mos de­pen­dien­tes de la bol­sa de co­mi­da, pe­ro si el CLAP no lle­ga en­ton­ces hay que ver qué se ha­ce”.

 

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