Johana Alvarado C | LA PRENSA.- “!Ah mundo un sancocho!, ya ni sé qué es eso. Nosotros estamos es haciendo milagros para sobrevivir, imagínese cuanto tiene que gastar uno para hacer una buena sopita ¡naguara!”, fueron las palabras de Andrés Cartagena.
Cartagena señaló que esta optando por comprar hueso pelado para darle “saborcito a la sopa”, porque los precios tan elevados de la carne no le permiten comprarla.
La tristeza embarga a muchas amas de casa porque los tradicionales sancochos domingueros quedaron en el olvido de aquellos a los que antes le alcanzaba para semanalmente destinar parte de su sueldo a hacer la sopita.
Uno apostaba por la sopa porque con el agua se rendía y uno no se veía tan apretado. Ahora hacer un sancochito es un dolor de cabeza, siempre uno queda chucuto algo falta y aunque uno lo evite está cocinando sin gusto, porque un cubito ya vale Bs. 4 mil y una sopa maggi entre 28 y 30 mil”, dijo Yesyca Aranguren mientras escogía en un mesón los productos que se ajustaban a su presupuesto.
Y es que un kilo de lagarto o costilla vale Bs. 220 mil, mientras que el kilo de papa se consigue a 30 mil y la yuca en 15 mil bolos.
Las acostumbradas “vacas” no quedaron solo para comprar las cajas de frías y reunirse en familia, ahora las sopas domingueras también se suman a esta modalidad. Miriam Mascareño es una ama de casa que explicó que ahora hacen la sopa “en cambote” y se convierte en una comida de “traje”, “yo traje la yuca”, “yo traje el apio”, “aquí está la auyama” y así” dice Mascareño quien explica que ahora todos los mimebros de la familia colaboran con los ingredientes para la sopa.
Admiten que las visitas familiares se han acabado y cuando van a recibir a alguien o a visitar cada quien lleva su comida porque lo que se vive es la realidad de muchos.