Osman Rojas | LA PRENSA.- Las cornetas no paran de sonar mientras una que otra grosería se deja oír. El calor asfixia, los olores se confunden y la gente se atraviesa en medio de la calle para poder caminar. Son las 12:00 del mediodía y nada fuera de lo común pasa en el centro de la ciudad salvo que, otro negocio apareció en una de las aceras, y ahora el peatón tiene menos espacio para transitar.
“Y por dónde más vamos a andar”, cuestiona una señora cuando se le pregunta por qué utiliza el canal de Transbarca para recorrer la avenida 20. “Por donde uno pasa hay alguien vendiendo algo. Conservas, hamburguesas, jugos, dulces, tortas, hasta pollitos pintados me ofrecieron en la esquina de la 26”, dice molesta la entrevistada.
De la noche a la mañana las aceras de la ciudad fueron ocupadas por buhoneros que intenta rebuscarse vendiendo cualquier cosa. Puestos de comida rápida e incluso productos de aseo personal son exhibidos por las personas en las principales calles de la ciudad.
“Hay que entender que estamos en un momento en el que hay que buscar la plata como sea, pero esto debe controlarlo alguien”, comentó Manuel Castro, mientras esperaba el bus.
En el centro de la ciudad es donde más se observa este fenómeno. En las avenidas 19 y 20 hay personas comercializando jugos de naranja, piñas peladas o dulces. La carrera 17 y 18 también exhibe tarantines aunque son mayormente de frutas y verduras.
El este tampoco escapa de este fenómeno y en algunas calles se observan a personas vendiendo plátanos en camiones 350.