Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- «Estamos limitados por encaje legal, sin la cartera de créditos que ayudaba a los pequeños productores. Los pocos que existan tienen el criterio político, no financiero», Con estas palabras Antonio Escalona, presidente de la Unión Agrícola y Ganadera de los Andes (Unagandes) alertó la grave crisis del sector que requiere de una inversión multimillonaria para levantarse.
Recordó que para la verdadera recuperación agropecuaria se debe empezar por la garantía de la calidad genética, así como la instalación y recuperación de maquinarías, equipos de riegos para los campos e incluso garantizar el combustible para el traslado de la producción.
Estima que para levantarse requieren un aproximado de 10 mil millones de dólares, porque apenas pueden contar con alrededor de $ 64 millones y sin el respaldo de una política crediticia del Estado, para más accesibilidad al financiamiento.
Sin la política permanente del Estado, advirtió que el músculo financiero seguirá siendo el mismo productor. Necesitan el reintegro de su propiedad privada, como aval para financiamientos. También regularizar los seguros agrícolas, así como la moneda porque se trabaja desde la realidad de la dolarización.
Las consecuencias de los pocos créditos e inversión se evidencian en ese reclamo permanente de productores que no pudieron seguir manteniendo varias hectáreas de cultivos, sometidos además a un filtro que empezó a cercarlos por la escasez de combustible, esa que no les permitía la operatividad de maquinarias, empezando por la garantía del riego por la falta del gasoil para el arranque de las bombas hidráulicas y la distribución de sus productos directamente a los centros de acopios.
Fue tanta la necesidad que una mayoría quedó reducido a la agricultura de subsistencia, para el consumo familiar y estando obligados a dejar ese patrimonio, por la búsqueda de trabajo en la ciudad. Una decisión tan determinante que -para algunos- obligó hasta la salida del país en procura de mejores condiciones de vida frente a una crisis económica sin igual.
Se siembra menos, explica el productor Gerardo Castillo desde Duaca, extrañando esos créditos que se pagaban hasta en 4 meses. «El que te sembraba 30 cestas, apenas llega a 10 cestas y buscan cultivos que no ameriten tanto químico», señaló Castillo teniendo como referencia que de alrededor de 700 productores en Crespo, ni siquiera 70 se han mantenido y un promedio de 200 se quedaron solo con maíz y caraotas.
Una realidad que también reconoce Fernando Alejo, desde la Asociación de Comerciantes de Torres, al conocer de las limitaciones en el problema de combustible, empezando por la demanda para el riego en fincas que podían ameritar hasta mil litros de gasoil semanal y que apenas pueden conseguir 200 litros. Un filtro que podía terminar cada vez más angosto, por la dificultad de mantener la maquinaria operativa.
Tal acorralamiento busca salidas y como alternativas a los créditos, algunos productores toman la iniciativa de organizarse y ayudarse a paliar la ausencia de créditos. Luis Carrasco, caficultor de Morán, precisa que últimamente recurren a otro productor que pueda facilitarle la cantidad de dinero requerida para insumos químicos. Dicha salida se concreta con la presencia de un abogado y se firma el compromiso de pago a cambio del doble de la cantidad de productos. Así logran equiparse con fertilizantes, abonos y aquellos que necesiten semillas.
Los productores se siguen sintiendo contra la pared, sin la esperanza de aquellas facilidades de financiamiento que podían extenderse a 8 meses y sin terminar de restablecerse con la activación de las maquinarias. Todo con la esperanza de volver de lleno al campo.