Eva Gómez | LA PRENSA.- “La gente pasa, pregunta el precio y se va”, lamenta Quirone Pérez, quien trabaja vendiendo fósforos en la carrera 21 con calle 31 y confiesa que en lo que va de 2018, no le compran con frecuencia pues los precios superan el costo de un día de sueldo mínimo y hasta el pago de un pasaje en transporte público.
Luisana Rodríguez quien también vende fósforos en el centro, detalla que el año pasado, cuando su papá se encargaba del negocio, vendía hasta dos bultos de fósforos diarios y este año, no vende ni uno.
Hizo una comparación con el precio del año pasado, y señala que un bulto no llegaba a los 200 mil bolívares y ahora pasa el millón quinientos.
La caja pequeña cuesta Bs. 4 mil y trae aproximadamente 200 palitos, lo que duraría al menos dos semanas. El paquete de 12 cajitas llega a los 40 mil bolívares, lo que representa cuatro días de salario.
“Yo compro la pequeña, porque de verdad se necesita en la casa y no tengo con qué prender la cocina, y prefiero comprar una caja en 4 mil, que gastar más de 30 mil en un yesquero”, dijo Marcelo Peraza, mientras compraba.
La caja grande tiene un valor de Bs. 10 mil, superando por dos mil bolívares el ingreso diario de un trabajador que gana sueldo mínimo. Esta puede durar, si sólo se usa para cocinar, hasta un mes.
El paquete con dos cajas, oscila entre los Bs. 18 mil y los 20 mil bolívares. Precio que los guaros no están dispuestos a pagar en efectivo.
En los locales comerciales sólo se consiguen yesqueros y su precio alcanza lo Bs. 25 mil, los de cocina llegan a costar Bs. 300 mil. Mientras que en la calle, los yesqueros tradicionales los buhoneros los venden en Bs. 40 mil.
La caja de yesqueros de 30 unidades, se puede conseguir entre los Bs. 950 mil y el millón doscientos, según los comerciantes. Sin embargo, los guaros consultados señalan que la cantidad es exagerada para el uso que le dan en su hogar.
“La gente lo piensa mucho para soltar 20 mil bolívares por una caja de fósforos”, añadió un comerciante. Algunas personas optan por usar encendedores eléctricos, para ahorrarse la plata de los fósforos y los yesqueros.
Tal es el caso de Yaneth Pérez, quien también es comerciante, asegura que desde que compró su casa hace más de 10 años se quitó “ese yugo” y utiliza la electricidad para prender las hornillas de su cocina.