Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- En los últimos dos añ;os, la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), desarrollada por la UCAB, UCV y la Universidad Simón Bolívar, ha reportado una pequeñ;a recuperación en la inscripción de la matrícula universitaria en jóvenes entre los 18 a 24 añ;os. La población que sigue estudiando en universidades autónomas y experimentales se aferra a la idea de culminar su carrera, aun haciendo grandes sacrificios, como tener que trabajar para poder costear sus gastos académicos y ayudar en sus hogares. Pero la gran mayoría tiene en mente una vez egresados poder emigrar a otros países, con la idea de conseguir mejores contratos al tener títulos de universidades que gozan de prestigio en Venezuela, y así poder ganar buenos sueldos.
La UCAB publicó en octubre de 2021 su última Encuesta Nacional de la Juventud (Enjuve), señ;alando que durante el lustro que va de 2015 a 2021 había dejado de formarse académicamente 880 mil jóvenes en Venezuela, entre los 20 y 24 añ;os de edad.
Ariel Pérez, presidente del Centro de Estudiantes de Arquitectura de la UCV, núcleo Barquisimeto, señ;ala que durante el último proceso de inscripción, 225 estudiantes se matricularon, pero a medida que transcurrió el semestre algunos tuvieron que congelar porque o no pudieron costear los gastos de transporte o materiales para estudiar arquitectura, o tuvieron que conseguir trabajos a tiempo completo porque eran sostén de hogar.
«La situación que atraviesan las universidades es un reflejo de cómo está el país. Las universidades están mal, Venezuela está mal. Porque las academias viven con una asfixia presupuestaria. A los docentes no les han aumentado sus salarios desde hace dos añ;os y le siguen aplicando el instructivo de Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre), que desde el añ;o 2022 ha recortado sus bonificaciones y primas previstas en sus contratos colectivos. A pesar de eso, 42 docentes con mística y vocación siguen trabajando en la UCV de Arquitectura de Barquisimeto. Además, hoy el joven universitario se enfrenta a dos realidades: estudiar o trabajar. En el caso de Arquitectura es una carrera costosa por todos los materiales que necesitamos comprar para las prácticas. Tenemos una beca o providencia estudiantil equivalente a cinco dólares que sólo alcanza para comprar un pliego de cartón. El pasaje estudiantil lo perdimos. No tenemos comedor. Sólo en el campus de la ciudad de Caracas se trata de prestar este servicio, pero sólo cuentan con alimentos para tres días al mes», comentó Pérez, quien desde hace un añ;o trabaja medio tiempo en una oficina de arquitectura para poder pagar sus estudios.
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