Leidi Reyes | LA PRENSA DE LARA.-& ;Cuando supieron que Geormary Mijares venía en camino toda la familia se preparó para recibirla. La esperaban con ilusión, pero no en la condición en la que nació. Tenían miedo y angustia, confiesa María Rumbos tía de Mijares, una joven con síndrome de Down.& ;& ;
Sus ojos se cristalizan al recordar el impacto que causó en todos y expresa que desde el principio le dieron amor, apoyo y tiempo. «El apoyo familiar es indispensable en todos los aspectos y más aún en este caso. Es difícil encontrar lugares donde ellos puedan formarse, veo con tristeza tantos casos de niños que no reciben instrucción para desarrollar sus habilidades e intelecto», lamenta.& ;
Jesús Mijares, fundador de la Asociación Larense de Síndrome de Down (Alasid), mira con preocupación las pocas oportunidades que tienen los niños y jóvenes con esta condición. Según sus estimaciones, hay 7.000 casos, sólo en Iribarren.& ;
«Siempre hemos trabajado para que los incluyan, hay escuelas especiales que lo hacen pero la formación que reciben es muy básica. Nos han llegado niños y tienen muchas dificultades en todas las áreas, les falta motivación«, expresa.& ;
Explica que esto afecta la parte social que incide en el desarrollo de sus habilidades de interacción y destaca la urgencia de trabajar para que sean incluidos, en la sociedad, de una forma más amplia.& ;»Vemos como el mismo Estado los excluye al no brindar apoyo para crear lugares y programas que los beneficien. La sociedad también lo hace, los rechaza y los discrimina«, recalca.& ;
Esther Rumbos, madre de Geormary, señala que el país no está preparado para aceptarlos ni vivir con ellos y alega que si no fuera por los esfuerzos de los padres vivieran excluidos.& ;
«Los debemos ayudar para que aprendan a leer, escribir y a desarrollar un oficio. Debemos promover iniciativas para explicar al mundo que ellos existen, sobre todo a los niños porque a veces los miran extraños, no saben porqué son diferentes«, reconoce.& ;