Osman Rojas | LA PRENSA.- Su rostro es uno de los más conocidos en la Fundación Badan. Mauricio Salas visita tres veces a la semana la institución con el único objetivo de preguntar si la fenobarbital llegó. “Ya es costumbre porque el vigilante cuando me ve me hace señas con la cara”, dice resignado el hombre mientras se toma un café en uno de los banquitos que da a la avenida Lara.
“Mi hijo de 32 años no puede vivir sin fenobarbital y ya ha sufrido dos crisis epilépticas porque la pastilla no aparece”, soltó el hombre de 60 años antes de levantarse y seguir su camino.
Dramas como este se observan a diario en la institución privada sin fines de lucro. La falta de anticonvulsivos tiene contra las cuerdas a los pacientes epilépticos en el estado, quienes han visto cómo el tratamiento ha ido desapareciendo de las farmacias y fundaciones especializadas.
“Hace cinco meses recibimos el último lote de fenobarbital. Lo que aparece por allí de vez en cuando es el tegretol 8 anticonvulsivo y estabilizador del estado de ánimo, pero hace dos meses que no nos llega”, comentó una trabajadora de Badan que prefirió no revelar su nombre.
La informante explicó a La Prensa que, según las estadísticas que maneja la fundación, entre los estados Lara, Portuguesa y Yaracuy hay cerca de 34 mil personas que consumen este tipo de medicamentos. La cifra se saca tomando en cuenta el promedio de medicamentos que se reciben y cuántos se venden por persona.
“Las filas aquí son kilométricas. Nosotros prestamos un servicio oncológico en su mayoría, pero también recibimos de forma eventual esta clase de medicamentos y de verdad sentimos una profunda tristeza al ver cómo denigran al ser humano”, concluyó con tristeza la consultada.