Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Un año entre el luto y la desesperación por mantener el control médico es lo que han vivido los pacientes crónicos en este 2021, al llorar la pérdida de alrededor de 200 enfermos con deficiencias renales y unos 180 que padecen cáncer, y mientras tanto los diabéticos atraviesan el desafío de sobrevivir a tres meses sin conseguir la insulina que deberían tener a diario. Cierran el telón, al entender la falta de voluntad de las autoridades en un sistema público de salud sin garantía de especialistas, equipos para estudios de alta resolución y las fallas que desde hace dos años presenta el Seguro Social sin el suministro de medicinas de alto costo.
Los testimonios llevan cargado esa sensibilidad a flor de piel, cuando hablan de complicaciones en pacientes que les cuesta determinar un diagnóstico y seguir el control, que empieza por conseguir el presupuesto para las consultas de especialistas y superando los $30. Los exámenes también se suman en una lista de esos rutinarios de hematologías, creatinina, urea y otros más especializados como el gammagrama óseo, cuyo valor puede estar en $300. Además de los ciclos de radioterapias para los pacientes oncológicos, que superan los $2000, con varios casos que sin poder alcanzar ese monto terminan perdiendo el avance y regresando al ciclo de quimioterapias.
«Ya se tenía la emergencia humanitaria y con la pandemia quizás los pocos recursos que se tenían para programas permanentes quedaron al margen. Estos pacientes viven a la buena de Dios», lamentó Luzmila Leal, directivo nacional de la organización Médicos Unidos de Venezuela, ante centros asistenciales públicos sin tomógrafos, mamógrafos y muchas veces sin reactivos. Una de las salidas y sin tener al máximo de alcance, es el apoyo de fundaciones u organizaciones de ayuda social, cuando ni siquiera pueden costear el tratamiento.
Esto lo confirma Héctor Colmenárez, presidente de la Fundación Larense del Paciente Renal (Fundaprel), al corroborar que un estimado de 200 pacientes han fallecido, mientras continúan alrededor de 1.200 dependiendo del riñón artificial. Siguen esperando por la restitución de sus 4 horas de turno por diálisis, además de la culminación de la unidad de Torres y la adecuación del espacio para más de 60 pacientes de Andrés Eloy Blanco, quienes con esfuerzo se trasladan hasta El Tocuyo para recibir su tratamiento.
Ya perdió la cuenta de las protestas para exigir la restitución del servicio del agua en algunas unidades de diálisis de Barquisimeto. Una problemática recurrente, con una cadena de limitaciones desde retraso del primer grupo y al punto de disminuir esas 3 horas habituales. Además de denunciar la falta de mantenimiento de las máquinas, con problemas en plantas de ósmosis y hasta con sospechas de presunta contaminación, cuando en septiembre de 2021 se registró un brote de 25 afectados por hepatitis y no hubo el debido seguimiento del caso.
Al conocer de los pacientes con cáncer, Milagros Seijas, presidenta de la Fundación de Pacientes Oncológicos de Venezuela (Funapov), precisa que alrededor de 180 personas han fallecido este año, y hay 60 que ni siquiera tuvieron el presupuesto para el control. Deben ser atendidos en privados, debido a la falta de especialistas en hospitales, reunir dinero para sus exámenes de rutina y hasta sacrificar algún bien con las radioterapias que no bajan de $2.000.
Tormento que arropa a toda la familia, sin el mínimo respiro por los fondos de rifas.
Deben ir de cacería por el país
El sufrimiento de los pacientes que padecen cáncer es más forzado por esa necesidad de buscar tratamiento a nivel nacional, ante la falta de atención en centros asistenciales públicos regionales. Milagro Seijas, titular de Fundapov, confirma que les toca buscar la atención en los ciclos de radioterapias en Caracas, Cumaná y San Juan de Los Morros.
Agradece ese avance que han tenido con los primeros 35 pacientes que están recibiendo este tratamiento tan costoso en los hospitales Domingo Luciani y padre Machado de Distrito Capital. Un esfuerzo con ciertos inconvenientes ante las limitaciones de que los casos sean introducidos por los propios pacientes o familiares directos. Sólo han tenido el apoyo del terminal terrestre de Barquisimeto, al facilitar el viaje gratis para los encargados de introducir las historias médicas.