El ciberdelito sexual no descansa, por lo que abogados insisten en la necesidad de orientar a las víctimas para la debida denuncia y capacitar al personal de salud en la conservación de evidencias biológicas.
Precisamente, este problema, que reconoce a niños y mujeres entre los 11 y 29 años de edad como especialmente vulnerables, fue uno de los temas centrales abordados en la I Jornada de Ciencias Penales y Criminalísticas «Dr Marcial Andueza», realizada en el auditorio de la Universidad Fermín Toro (UFT).
Lanzan alertas hacia los delitos más comunes, como el grooming, donde el ciberacoso es perpetrado por adultos que fingen ser niños y la exposición a la pornografía infantil que suele empezar por detalles tan simples como solicitudes de fotografías y se transforma en una especie de juego macabro.


La importancia de la orientación en los adultos
La abogada Cristina Coronado recalca la responsabilidad de los padres porque pueden estar ignorando que sus hijos están llevando varias cuentas con diversas identidades y es una de las razones por lo que los niños o adolescentes deben tener toda la asesoría, con malicia, para despertar sospechas en ese universo de las redes sociales.
Siempre estará el peligro por la agilidad de los agresores para actuar desde la clandestinidad. Coronado menciona los indicadores más frecuentes, como uso excesivo de las pantallas, preferir estar encerrado y dejar de socializar.


Mientras la abogada, Laura Adams, recomienda educar a la mujer y que conozca los mecanismos legítimos, así como buscar amparo en el Estado. «No deben tener miedo y también ubicar una red de apoyo entre los órganos competentes en esta materia o personas de confianza», sugiere.
También es pertinente la capacitación del personal de salud en centros asistenciales para conservar las evidencias biológicas y el trato con empatía a la víctima, quien suele sufrir estrés postraumático y estar muy afligidas o confundidas emocionalmente.
Explica la abogada, Gioconda Silva, que este personal suele dar los primeros auxilios a las víctimas y cumplir el protocolo en el examen físico de reconocimiento, ginecológico y anal. La víctima no debería bañarse tras la agresión, porque desaparecen evidencias.