Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Más allá de la interrupción de la gestación, la mujer puede quedar infértil y hasta morir por complicaciones severas. El riesgo es relativo en cada caso, pero especialistas advierten que el aborto puede generar infecciones vaginales, endometritis, perforación uterina y hemorragias que impedirían un nuevo embarazo o perder la vida por daños que afectan los órganos vitales. El peligro dependerá de la técnica empleada y de la cantidad de semanas que tenga del embarazo.
Las amenazas son más graves en adolescentes. Para el ginecobstetra, Rigoberto Núñez, ni se debería pensar en aborto. El caso de las adolescentes puede ser más peligroso porque tienen alta posibilidad de embarazo de alto riesgo y que suelen ser más graves cuando falta el control prenatal.
«La vida comienza desde el momento en que se unen el óvulo y el espermatozoide», así lo explica frente a la idea de que un embrión pueda condenarse a la muerte a través del aborto y reprocha a cualquier profesional que lo practique. Dijo que es más letal cuando se trata de consultorios clandestinos o en el seno familiar.
Recalca que se podría causar una infección vaginal y perforación uterina al introducir cánulas o pinzas para extraer al embrión, además la paciente podría morir al no poder controlar una hemorragia o ante la impericia de quien practique esta técnica y sin los insumos a la mano para controlar una emergencia.
El doctor Núñez, también alerta sobre la posibilidad de padecer atonia uterina y que se genere una excesiva hemorragia. Las infecciones en el útero terminan induciendo a endometritis, cuyas bacterias pueden ser tan agresivas que provocan la infertilidad. Un daño irreversible tanto para la mujer adulta como para las adolescentes que acaba con las esperanzas de volver a concebir. Las consecuencias son fatales al desencadenar insuficiencia renal, peritonitis y complicaciones que los especialistas no pueden estabilizar.
Ana Teresa Pérez, directora general de Alaplaf, lamenta que nueve de cada 10 embarazos no son planificados y las adolescentes no escapan a esta realidad. Considera que se trata de consecuencias por la escasa orientación en educación sexual, poco acceso o de manera eventual a métodos anticonceptivos y sin información acerca de la importancia de la planificación familiar.
Precisa que generalmente la adolescente no está preparada no sólo para este cambio de estilo de vida, sino que su cuerpo no ha terminado de desarrollarse. Se complican más al no cumplir con el control prenatal y quedan atrapadas en cuestionamientos, rechazo de la pareja y hasta de familiares. Se convierten en embarazadas sin vínculo afectivo con su bebé.