Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Sacar sus hijos adelante o levantar a su familia son los argumentos de madres que no escatiman esfuerzos para trabajar dignamente y asegurar el sustento del hogar. El peso es mayor cuando son solteras y deben salir a la calle para desempeñ;ar un oficio. Son mujeres cuyo día empieza desde muy temprano y al regresar a casa superan el cansancio para colmar de protección y afectos a sus pequeñ;os. Pero también está el amor de la mujer que sacrifica su vida laboral por dedicarse de lleno a un hijo con problemas de salud.
La discapacidad motora en su hija menor obligó a Evelín Mendoza a abandonar su trabajo, luego de tener experiencia como asistente de laboratorio y secretaria. Lamenta que aunque su embarazo no tuvo complicaciones, al momento del nacimiento empezaron sus problemas que causaron discapacidad motora a su hija. Su primogénita ya estudia en la universidad, pero Yenberly a sus 10 añ;os tiene dificultades para caminar y en el habla. Ni siquiera la puede dejar sola para irse a bañ;ar.
Con aroma a café
Tomar el café de la «Pochola» es reactivar los ánimos. Una de las sensaciones que despierta Joselín Crespo, a quien bautizaron cariñ;osamente con ese apodo. Ella camina lentamente ofreciendo su negrito, con leche y hasta Toddy en las inmediaciones del Hospital Central Antonio María Pineda y del Pediátrico Agustín Zubillaga, lugares que asumió para trabajar desde hace 19 añ;os.
Son casi dos décadas que le han permitido ingresos para sus hijos Braian, Brigitte y Victoria. Un oficio que comparte con su esposo Roberth Bertis, pero que le suma más responsabilidad porque debe levantarse a las 3:30 am a montar el desayuno y hacer el café para sus tres termos. Una delicia que complementa con pan dulce, tostones, chupetas y algunas chucherías.
«Sí se puede sacar adelante a una familia trabajando duro y sacando tiempo para ellos», dice al recordar que además de los oficios de la casa le toca sentarse con ellos a orientarlos en las tareas y aunque suele ser permisiva, siempre la respetan.
Ser autónomas
Más de 30 añ;os dedicada a la preparación de empanadas lleva Elizabeth Márquez. Su puesto está en la entrada principal del Hospital Central y representa la base de trabajo que le permitió levantar a sus tres hijos. Sus hijos ya crecieron y le dieron nietos, pero a sus 53 añ;os sigue trabajando porque no le gusta ser una carga para ellos, quienes también tienen sus compromisos familiares.
«Esto fue lo que aprendí a hacer, de esto vivo y he conocido mucha gente acá», señ;ala y muestra sus manos lisas de amasar a diario hasta 4 kilos de harina para las empanadas rellenas con queso, caraotas con queso, carne molida o mechada, pollo y pabellón. En la actualidad, sigue llegando a diario al hospital a las 5:00 am, aguantando los dolores por la artritis en las manos.
La empatía también se percibe en Yulimar Colmenárez mientras barre en el Centro Comercial Arca. Trabaja en mantenimiento y hace poco vivió un momento tan complicado, que todo lo percibido era para evitar que su hijo mayor abandonara sus estudios de Administración. Su día comienza a las 4:00 am y debe dejar toda la comida preparada para su mamá, además de tener la responsabilidad de su hermana con retraso congénito.
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