Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- «Puedo seguir esperando, no siento nada», es común escuchar a mujeres a las que no les alcanza el sueldo mínimo de Bs. 130 que pueda cubrir el control médico rutinario y ni siquiera a profesionales que perciben unos $30 lo pueden pagar. Postergan tanto el cuidado de su salud que ni optan a consultorios populares de precios que no superen los $20. Así suelen pasar varios añ;os, hasta que de pronto las sorprenden diagnósticos tardíos de infecciones prevenibles e incluso la fatalidad de desarrollar cáncer.
A esa falta de recursos financieros se le suma la condición de no ver a la salud como una prioridad, generando que no se preocupen por su organismo. Es la primera advertencia que recalca la ginecobstetra, Rhona Palacios, lamentando que aunque se sienten bien, de manera silenciosa se van dando procesos que no son visibles en su cuerpo y que dejan consecuencias a futuro.
Refiere que el poder adquisitivo siempre prevalece como condicionante, limitándose la inversión en salud sólo en tener síntomas. También la situación país evita la prevención, porque en la mayoría de los ambulatorios sólo se limitan a consultas y —al igual que en los hospitales— no cuentan con equipos para diagnósticos para exámenes de laboratorio, ecografía y demás imágenes.
Sin el respaldo desde el sector público de salud a las mujeres se les dificulta el control ginecológico y mamario cada 6 meses o máximo un añ;o. Después de los 35 añ;os hay que complementar la consulta con citología, ecografía y colposcopia junto a los estudios de mamografía. A partir de los 40 añ;os se necesitan estudios de densitometría ósea. Lo ideal es que estos estudios sean anuales, sólo con ciertas excepciones de la densitometría que suele extenderse cada dos añ;os en mujeres activas físicamente hasta la menopausia. Además de que un internista debe valorar su salud anualmente.
Son gastos que en el sector privado la consulta, ecografía y citología se consiguen desde 30 a $70, dependiendo del centro. Mientras que en laboratorios los costos rondan los $20 y las mamografías, así como eco mamarios suelen superar los $30. Un lujo para quienes sólo tienen para satisfacer la necesidad inmediata de la alimentación.
Es una radiografía que se evidencia en la expresión del rostro de Liliana Suárez cuando olvida la fecha exacta en la que cumplió su último control ginecológico. «Yo hacía lo posible por cumplir mis consultas dos veces al añ;o, pero ya no puedo hacerlo», confiesa y admite que lleva casi dos añ;os sin poder cumplir su rutina. Señ;ala que está pensando en administrarse mejor y acudir a una cooperativa cercana a su casa, donde el costo es a partir de $15, pero es por sistema de citas.
Yenny Rodríguez suelta la expresión, con cierta resignación, «¡;tengo tiiiiiempo sin ir al ginecólogo!», y luego de justificarse por la falta de dinero, se da aliento expresando que no ha sentido molestia. Su edad ya superó la edad promedio para los estudios mamarios y el tiempo sigue transcurriendo porque no ha podido cumplir con la primera mamografía. Se lleva la mano al seno y sigue pidiendo a Dios que le aleje cualquier tipo de dañ;o.
Ellas coinciden con la realidad de la mayoría, esa que cada vez más condiciona la salud femenina a la disponibilidad de dinero, lo que se acentuó con la pandemia. Postergar la atención de la salud que puede implicar el desarrollo de enfermedades de transmisión sexual, pero que puede ser más implacable al tener un diagnóstico de los estadios más avanzados del cáncer que suele presentarse en el cuello uterino o en alguna de las mamas.