Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Le costaba empujar la silla de ruedas con su hermana María Lavecchia. Era el cansancio y la impotencia de la señora Nina de Páez, al regresarse porque no fue atendida por el neurocirujano en el hospital central Antonio María Pineda. Ella lloraba de molestia, mientras la paciente gemía de tanto dolor a la altura del cuello. No soporta los dos tumores cerebrales que desde un año han mermado su vida.
Páez denuncia que no tuvieron consideración, ni siquiera porque ha estado hospitalizada en tres oportunidades en este centro de salud y amerita de una intervención quirúrgica. Siempre se ha tratado en el hospital central, pero el dolor últimamente es más fuerte y se desespera.
«Si supieran todo este calvario, y se pusieran la mano en el corazón», susurraba Páez, intentando calmar las dolencias de su hermana, quien intentaba llevarse las manos a la cabeza. Ellas viven en el sector Romeral, al norte de Barquisimeto. Lo lejano y poco accesible de este poblado, les obliga a quedarse en casa de familiares en la Ruezga Sur, mientras realizan los chequeos médicos. Lavecchia necesita una silla de ruedas apta, porque ni puede apoyar completamente su cabeza.