Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Con la premura por llevar el sustento al hogar y frustrados por la pérdida de una vida de trabajo, con cotizaciones pulverizadas en una jubilación que no alcanza para la canasta básica de alimentos, los adultos mayores se sienten golpeados por la migración y la falta de planes de protección desde el Estado. Sólo entre 5 a 10% tienen el ingreso para cubrir alimentación y medicamentos, mientras que 2 millones de venezolanos migrantes apenas pueden ser puntuales con las remesas de apenas $50 mensual y a la mayoría les achacan la responsabilidad de cuidadores de los nietos.
Dilio Hernández, desde el programa de Atención al Adulto Mayor del Centro de Investigaciones de Análisis Prospectivo (CIAP), confirma que el 90% no tiene ingresos superiores a los $30 de la pensión y que no representa ni el 10% de la canasta. «Falta atención porque ni siquiera hay cultura de envejecimiento», precisa que quedan excluidos del área laboral.
José Ramón Quero, desde Convite, precisa que «en materia de salud es caótica, porque ni siquiera les alcanza para los medicamentos«. Mientras Édgar Silva, titular del Comité de Defensa para los Pensionados, Jubilados y Personas con Discapacidad, rechaza la «irresponsabilidad del Estado al limitarse a la pensión y sin la cobertura del Seguro Social para tratamientos de alto costo».
La mayoría se rebusca en la economía informal, tal como Pedro Serrano, quien vende papagayos en la isla de la avenida Libertador. No consigue cómo cubrirse del sol y se tapa la cabeza con un trapo, gorra, sombrero y con cartón. Su meta es vender $10 al día, pero a veces está difícil y no tiene quién lo apoye. Sus dos hijas están en el exterior, pero no pueden depositarle porque sólo alcanza para sus familias.
En el rostro cansado de María Colmenares se resume el drama de muchos adultos mayores. Se sienta en la acera con su mercancía y llena de fe aspira superar los $3 que siempre logra vender. Se confía en Dios para llenarse de fortaleza y seguir su lucha diaria. «Dios provee», dice.