LA PRENSA.- Sentado en un banquito de la plaza San José descansa Miguel Peña. Una gorrita desgastada lo protege del sol aunque no es el calor lo que le preocupa. “Tengo que comprar esto”, dice el señor mientras muestra un récipe en el que se lee Atacand (antipertensivo).
Angustiado el señor cuenta que de un mes a otro la pastilla le aumentó 78 mil bolívares. Las razones las desconoce, sólo sabe que la pensión no le alcanza y debe conseguir la plata antes del 23 de octubre, fecha en la que se le termina la caja que tiene en su casa.
“Yo soy solo. Hijos no tengo y mi esposa murió hace dos años. Vivo de la pensión pero eso no alcanza para nada”, comenta.
Triste pero habitual es esta historia en el estado y es que, en los últimos seis meses, los enfermos han visto como la dolarización de medicamentos les golpea sin piedad el bolsillo.
“Hay pero no hay a la vez. De nada me sirve que una pastilla para la tensión me aparezca en 153 mil bolívares si yo no gano eso”, continuó el señor Peña. El Atacand no es el único medicamento que aumentó de precio en los últimos seis meses. El Unasyn (antibiótico) se deja ver en las droguerías en 440 mil bolívares mientras que el Tegretol o la Carvamacepina (anticonvulsivos) aparecen en el mercado en 120 y 175 mil bolívares respectivamente.
“Si esto sigue así nuestros enfermos van a morir. Hay una política de importación muy dispar en la que sólo las grandes farmacias pueden traer medicamentos y eso condena al pobre porque si se compra con dólar negro se venderá con dólar negro”, explicó en días pasado Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana (FEFARVE).
Ceballos lamenta la postura adoptada por el Gobierno nacional que prefiere importar fármacos de países como Cuba, India o China, en lugar de pagar la deuda que se tiene con los laboratorios nacionales.
“Nadie se nos acerca para hablar y eso es algo lamentable. Hemos denunciado que hay una escasez de medicamentos y nos señalan como traidores o terrorista cuando lo único que queremos es cambiar la situación de salud que vive el país”, dijo Ceballos.
Se han ido
El país productivo que atrajo a los empresarios farmacéuticos para invertir ha desaparecido. Cada vez son más los laboratorios que prefieren cerrar sus puertas por la no cancelación de la deuda nacional.
“Lo que se nos adeuda es incalculable. Son cientos de miles de millones de dólares lo que el Gobierno nacional debe a la industria farmacéutica y hasta nadie nos ha dado la cara”, denunció Ceballos.
El presidente de FEFARVEN comenta que muchos empresarios aguantaron la pela en Venezuela por la promesa de pagar la deuda que les hizo en su momento la Asamblea Nacional (AN); sin embargo, los años han pasado y el parlamento tampoco les supo resolver.
“Tuvimos reuniones y hubo la intensión de hacer las cosas bien pero todo quedó en intensiones. La deuda lejos de bajar aumentó y la paciencia de muchos laboratorios llegó a su fin. Hablar de los que se han ido sería irresponsable pero con seguridad podemos decir que el 70% de las casas productoras han dejado el país. Todo esto contribuye con la escasez de medicamentos en las calles”, lamentó Ceballos.