La presencia de Luis Rodríguez Moreno sigue intacta entre quienes tuvieron la dicha de conocerlo, trabajar o ser orientados por él, así como disfrutar de sus historias con su extraordinario sentido del humor. Reconocen sus méritos durante 60 años dedicados al periodismo en el diario El Impulso, con la misma humildad de sus inicios cuando la dinámica exigía el proceso más lento desde el linotipo, escribir en cuartillas hasta la era de la digitalización. Un verbo tan enriquecido que nutrió sus crónicas y aquellas historias contadas con familiaridad, que hablaban de su versatilidad y credibilidad, como carta de presentación en su acostumbrada columna «El rincón de los miércoles» firmada por sus iniciales L.R.M.
Su dilatada carrera tuvo sus cimientos en el hábito por la lectura, el cual aprendió de su madre, Ángela Moreno de Rodríguez. Su infancia estuvo marcada por una profunda curiosidad y ansia de conocimiento, complementada por el apoyo de su padre, Luis Antonio Rodríguez, y materializada gracias a las orientaciones de su padrino, el destacado periodista Eligio Macías Mujica.
Esa inquietud le surgió en su natal San Juan, en el centro de Barquisimeto, donde tuvo como vecino a esta eminencia del periodismo, quien inicialmente lo motivaba a escribir artículos cortos y le realizaba las correcciones pertinentes.
Fue una disciplina labrada desde sus estudios de secundaria en el colegio La Salle, tal como lo menciona el exgobernador, Jorge Ramos Guerra, quien destaca su olfato periodístico para buscar la información, la paciencia para saber abordar al entrevistado, a su imaginación y a su carácter sociable que lo llevó a ejercer la política como concejal del partido Acción Democrática (AD), como un servidor y acompañado por Omar Montero, Jesús María Pérez Coronel, Enio Anzola, Argimiro Bracamonte y Eglé de Vásquez.
Con más de 50 años conociéndolo, el periodista Pacífico Sánchez destaca a Luis Rodríguez como un hombre cordial, honesto y con sólidos principios religiosos. Recuerda que su mentor, Macías Mujica, fue directivo de este medio, cuya sede llamaban «El edificio azul», inicialmente ubicado en la carrera 23 entre calles 27 y 28. Se trabajaba con linotipo, con máquinas que tenían unas barras de plomo, en cuyos lingotes se iba escribiendo. Se le dictaba o se pasaba escrito a mano al linotipista, siendo el operador de estas máquinas que datan de finales del siglo XIX.
Sánchez viaja a través del tiempo y reitera que Luis Rodríguez venía de trabajar durante varios meses en el periódico «La Nación», que también funcionó en la calle 27. Cuando empieza en El Impulso, bajo la dirección de Gustavo Carmona, se inicia en la fuente de Deportes, siendo al poco tiempo jefe de este departamento, donde era recordado principalmente por el dominio de béisbol, aunque con más inclinación al fútbol, disciplina con más energía en el campo deportivo. Además de su extenso conocimiento en el área taurina.
Nunca tuvo miedo de enfrentar las dificultades y su experiencia en la fuente de sucesos fue desafiante, porque le correspondió en esos últimos momentos del movimiento guerrillero en el estado Lara. Tuvo experiencias entre el choque de emociones de adrenalina y temores, cuando le correspondía realizar ese trabajo de campo en determinadas zonas de las montañas del municipio Andrés Eloy Blanco, más allá del pueblo de Sanare.
Cuenta que era muy osado, así como su compañero, el fotógrafo José Antonio Peña, ya fallecido y conocido cariñosamente como el «Gordo Peña». Ambos iban acompañados hasta ciertos puntos bajo resguardo de funcionarios militares, pero siempre estaban bajo amenazas de posibles ataques o caer presos en alguna trampa que les podía costar la vida. Pero eran vivencias que le permitían tener testimonios de los pobladores, conocer el ámbito geográfico y llevarse una descripción con lujo de detalles para el reportaje.
Precisa que previo a la jefatura de Deportes, tuvo una grandiosa experiencia en las fuentes policial, cultura y hasta farándula. Ese dominio polifacético, también fue admirado por el reconocido periodista José Ángel Ocanto, quien compartió jefaturas en El Impulso con Rodríguez Moreno, porque fueron tantos sus méritos que luego fungió como Jefe de Información y finalmente como Jefe de Redacción. «Fue un periodista a tiempo completo, porque siempre actuaba como tal», dice quien compartió con él 35 años como profesionales y reconoce que era todo un maestro, porque sabía corregir sin insultos y ni siquiera insinuaciones, siempre buscaba dejar la enseñanza. Confiaba en que se podía mejorar la reportería y la redacción, lo cual motivaba de la mejor manera. Todo era visto como un proceso de aprendizaje.
Confiaba en ser parte de la inspiración de los reporteros, con ocurrencias y hasta frases tan coloquiales, como «¡Se te prendió el bombillo!», exclamación que comúnmente utilizaba, a manera de elogio, para motivar al redactor.
Ocanto admiraba que con Luis Rodríguez se podía hablar de cualquier tema, debido a ese bagaje cultural. Le encantaba leer, y con él pasaba el tiempo muy rápido, porque le imprimía esa chispa de ocurrencias, sin perder la seriedad o formalidad de la conversación. Un ser con tanto carisma que reconoce esa diferencia de personalidad entre ambos, admitiendo Ocanto su formalidad y confesando que terminaban en equilibrio, manteniendo una relación muy fecunda.
Resalta la puntualidad semanal de su columna «El rincón de los miércoles», teniendo a fieles lectores que esperaban con ansias conocer la temática. Era una lectura muy fluida y organizada en tips que empezaban con alguna reseña deportiva, un hecho cultural y algo muy anecdótico, como una invitación a vivir sus experiencias en viajes recientes. Era una narrativa colmada de emociones las que transmitía, sin importar tiempo ni espacio.
De hecho, José Luis Yépez, periodista y decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Fermín Toro (UFT), resalta que dicha columna era referencia nacional, porque los lectores siempre estaban pendiente por disfrutar desde el día martes con «Sprit», columna escrita por Omar Lares del diario El Universal; luego «El rincón de los miércoles» y finalizaban con «La pantalla de los jueves», de Abelardo Raidi en El Nacional.
Tal distinción se debía al carácter polifacético de atrapar con sus comentarios sobre tauromaquia y cultura en general. Era una ventana para conocer un poco más de su vida y donde solía compartir alguna fotografía con varias celebridades, tomada durante los viajes que acostumbraba hacia el exterior.
Con orgullo, menciona que tuvo el gran honor de trabajar juntos, cuando la televisora Promar TV tenía poco tiempo de fundada y fueron los primeros presentadores del único noticiero en vivo y estelar. Además que había sido una propuesta de directivos para Yépez, pero necesitaba tener a una destacada figura, porque debía permanecer de dos a tres días en Caracas para cumplir su responsabilidad como diputado al Congreso Nacional. Le proponen a Rodríguez y aceptó de inmediato, considerando que ya tenía experiencia previa para televisión con «Actualidades Terepaima».
Era un trabajo exigente que implicaba improvisar porque no tenían guion ni periodistas en calle. Era mantener el contenido en bruto y captar la atención de la audiencia. «Pero su naturalidad y humanismo fue muy significativo, todo fluyó de la mejor manera», señala.
El trabajo y la amistad también se reflejan en los recuerdos del cronista Carlos Guerra, quien empieza señalando que sostuvieron una relación tan estrecha, porque eran vecinos. Además que disfrutaba escucharle sus vivencias en los innumerables viajes al exterior, que fueron más seguidos en la década de 1960.
Destaca que Rodríguez se mantuvo por varios años como relacionista público de los hermanos Sallusti, propietarios de un reconocido hotel en el centro de Barquisimeto. Una faceta que pocos conocen, pero fue parte de su formación integral como periodista.
Héctor Segura, secretario del Círculo de Reporteros Gráficos de Lara, también trabajó bajo sus orientaciones en El Impulso y lo admira como un jefe respetuoso y con un trato tan cordial, que generaba confianza.
Todos mantienen vivo a L.R.M., pese a la noticia que le tocó dar a José Luis Yépez, con la confirmación de su partida la madrugada de este 23 de septiembre, por parte de su amigo Alfonso Saer.
Luis Rodríguez Moreno no sólo fue un ocurrente y extraordinario comunicador, sino también un hombre familiar, protector y muy amoroso con sus hijos José Luis, Veruska, Nadiuska y Luis David. Su hermana Libia, quien estuvo más de cerca a él, lo confirma y menciona que sólo fue un cambio del plano terrenal, porque una persona tan alegre no se puede recordar con tristeza.
Su vida fue el periodismo y como ser humano fue de los más cariñosos de los siete hermanos. Lo considera como el patriarca, porque su papá murió muy joven y él siempre fue maduro, de consejos reflexivos, llevando la tutela de la familia. Como padre, procuró la formación de sus hijos y se terminaron de establecer en el exterior.
Siempre le caracterizaba la honestidad, la sinceridad y sin aprovecharse de su reconocimiento en la sociedad, fue condecorado con distinciones, como Orden Francisco de Miranda, Andrés Bello, Ciudad de Barquisimeto y General Juan Jacinto Lara.
Soda Stereo, anunció show en Buenos Aires donde la voz y guitarra de Gustavo Cerati…
Este lunes el primer ministro de Perú, Eduardo Arana, afirmó que tanto los ciudadanos que…
Malos olores, devolución de agua por las pocetas y lavamanos, y desborde de cloacas en…
"Sin pediatras no hay futuro", fue la frase con la que la doctora Elvirene Badell…
Cardenales inició las prácticas de pretemporada para buscar lograr el bicampeonato de la LVBP
Mecánico de 50 años fallece trágicamente, tras perforarse una arteria con un cincel, mientras trabajaba…