Lorena Rojas | LA PRENSA DE LARA.- Un imponente Antonio José de Sucre fue erigido en la plazoleta central del Parque Ayacucho. Allí montado en su caballo y acompañado de las alegorías que representan la justicia y el trabajo en el campo, recibe a los visitantes en lo que fue el primer parque en Latinoamérica con acceso vehicular, el cual es un lugar de encuentro y lleno de historia del gobernador de la época, Eustoquio Gómez.
La historia de este parque, que abarca las carreras 14 y 16 y las calles 41 y 43, data de un poco antes de su fundación. Justo el 9 de diciembre de 1924 cuando el presidente constitucional del estado Lara, lo que ahora conocemos como gobernador, Rafael María Velazco, colocó la primera piedra en el terreno, porque tenía pensado hacer algo similar al paseo de Carabobo, para rendirle honor a la batalla de Ayacucho y así hacer desfiles militares.
Sin embargo, este proyecto no se materializó. Seis años después, el 17 de diciembre de 1930, el presidente de Lara, Eustoquio Gómez, rondaba la zona buscando una casa para su hija, que se iba a casar con un hombre de apellidos Yépez Gil, comprando así la quinta Mayda en cuyo frente había una planada que llamó su atención.
«El general cuando vio la planada comenzó a caminar por ella y se tropezó con aquella piedra que había colocado Rafael María Velazco. Uno de sus solados le dice ‘mi general, esa piedra la colocó Velazco para la fundación de un parque, pero no se realizó'», dice Roberto Narváez quien hace del voluntariado Amigos del Parque Ayacucho.
Narváez comenta que tras este hallazgo, Gómez, recorrió el parque en compañía del ingeniero francés Roland Coultrox, a quien le pidió que construyera un parque como los de su país, pues este se convertiría en el jardín de su hija. Pero más tarde, un acontecimiento inesperado cambió los planes y el jardín pasó a ser un parque abierto al público.
Las órdenes de Gómez sobre las dimensiones del parque fueron muy precisas. Indicó que debía abarcar 4 manzanas y que obedeciera al estilo francés, por lo que Coultrox armó los planos y comenzó a coordinar la obra, la cual tuvo como obreros a los privados de libertad quienes tenían grilletes en los tobillos para que no escaparan y a quienes les pagaban 0.50 de real diariamente.
Asegura que los materiales para la construcción del parque en su mayoría fueron traídos de otros países. El cemento venía en barco desde Alemania, este llegaba a Tucacas en el estado Falcón y de allí se enviaba a Barquisimeto en la línea férrea, la cual era la más larga de la época. Una vez en Lara, el cemento era vendido por una casa que se llamaba Calderon e Hijo.
La estatua, las alegorías, rejas y faroles fueron fundidos en Italia, las piezas se traían en varias partes y se ensamblaban en el país.
Las piedras que se usaron en el terreno fueron sacadas de Lomas de León y la arena para el concreto era extraída del Río Turbio.
Durante la ejecución de la obra, la hija de Eustoquio Gómez viajó a Maracay, estado Aragua, y al pasar los meses, suspendió la boda. Sin embargo, el parque siguió en construcción y tres años después se inauguró con apertura al público. Era el 19 diciembre de 1933, año en el que se celebró el centenario de la Batalla de Ayacucho y los 25 años en el poder del general Juan Vicente Gómez.
La inauguración del parque fue una gran fiesta, comenzó a las 4:00pm con un desfile de la milicia y del Batallón 13 de Mayo. Hubo un emotivo discurso, se contó con un desfile cívico de la Escuela Lara, se realizó una retreta y justo a las 6:00pm los presentes disfrutaron de los juegos artificiales.
Cuando el parque fue inaugurado en cuanto a la flora era un completo espectáculo, contaba con más de 120 especies de plantas, pues el general pidió traer árboles canadienses y australianos, eucaliptos, pinos de distintas especies y además a todos los presidentes constitucionales del país se les ordenó enviar cinco tipos de plantas autóctonas de su estado.
También contaba con tres fuentes de cupido y una musical.
En la plazoleta central estaban plantadas rosas las cuales eran usadas para adornar los matrimonios y las misas dominicales de la iglesia Concepción y San Juan. Un dato muy interesante que comparte Narváez es que debajo de la estatua a 14 metros de profundidad hay un cofre de vidrio el cual guardan los planos originales de la obra.
Luchan por restaurarlo
Nory Pereira del voluntariado Amigos del Parque Ayacucho ve con mucho gozo la recuperación del parque, ya que por muchos años fue víctima del vandalismo.
Pereira quien vive a una cuadra destaca que debido a las restauraciones, el parque no abierto al público, sin embargo, cuenta con presencia de policías municipales a quienes cumplen rondas de seguridad y evitan que se produzcan más daños al patrimonio, según explicó Nory.