María B.- Jordán | LA PRENSA DE LARA – Lavanderías viven su peor momento. La falta de clientes, aumento de los insumos y la crítica situación económica los tienen golpeados hasta el punto que, a veces pasan días sin recibir ni una carga para lavar lo que los obliga a buscar otras alternativas para poder mantenerse.
«Solo los clientes que trabajan todo el día y no les queda tiempo, es que traen una carga» dijo Chepina de Carrasquel, quien tiene una lavandería al este de Barquisimeto. Ella junto a su familia tuvo que destinar un espacio de su negocio para vender víveres y así poder mantenerse, porque llegó un punto que consideró que ya estaba en la quiebra y algo tenían que hacer para no cerrar.
La señora cuenta que hace cinco años atrás, al entrar a su lavandería las bolsas de ropa eran tantas que a veces no tenían ni espacio para caminar. Hoy la historia es otra, porque hay días que no reciben ni una carga que consta de 10 piezas, si es ropa, y si son edredones son dos unidades. Cuenta que cuando el día está «bueno» si llegan dos o tres cargas es mucho.
Cada lavada puede costar alrededor de 5 dólares en el este de Barquisimeto, mientras que al oeste se consigue en 3 billetes verdes, en cuyo precio va incluido el secado. La gente dice que ante la difícil situación llevar su ropa a la lavandería es todo un lujo.
Hay lavanderías que incluso han dejado inoperativas las lavadoras y secadoras que se dañan ante el elevado costo de las reparaciones. Además con la baja clientela tener dos o tres en funcionamiento es suficiente.
Cuentan que incluso han tenido que cambiar hasta los insumos que usan para abaratar costos. Pasaron de jabón en polvo a jabón liquido cuyo bidón de 20 litros pisa los 12 dólares, aunque la opción que el cliente lleve su propio detergente también es válida.
La pandemia también los golpeó, los dueños de los negocios relatan que estar cerrados por varios meses hizo que al retomar sus labores prácticamente iniciaran de nuevo, «fue como empezar de cero» dijo Deivis Romero, quien detalló que los pocos clientes que llegan son nuevos, pero los servicios que hacen al día son pocos.
En su caso no tuvo que abrir espacios para dedicarse de manera simultánea a otro servicio, pero si dejó el planchado porque debía contratar a otra persona. Hoy solo trabaja la misma familia.