El semiárido larense ha perdido 50% de sus hectáreas. Lo que en 1989 era un millón de hectáreas de abundante vida vegetal, hoy se reduce a una cifra de 500 mil hectáreas. Francisco Cañizales, miembro del Movimiento Cotoperiz, explicó que la tala indiscriminada, la cual es nociva para el ambiente, ha tenido un gran impacto.
Los conservacionistas están aterrados porque con el paso de los años el semiárido larense se puede convertir en un desierto por la agresiva deforestación que está ocurriendo en la actualidad. Se basan en un estudio realizado por la ecologista y botánica, Miriam Díaz, en el cual se precisa que el semiárido contaba con más de un millón de hectáreas en 1989, pero este año ya ha sido reducido alrededor de 500 mil hectáreas, sacrificadas por la mano del hombre.
«La tala indiscriminada es promovida por empresas carboneras que entregan créditos a campesinos de las parroquias de los municipios Torres, Urdaneta e Iribarren para motosierras y hornos artesanales, para que quemen la madera y les vendan el carbón resultante», sostuvo Cañizales.
Cañizales explicó que un estudio que publicó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Minec en 2023, reveló que las afectaciones antrópicas continúan desarrollándose aceleradamente en el bosque xerófilo que queda, específicamente en la zona central de Lara y que esto podría causar un proceso de desertificación irreversible, que es un proceso de degradación en el que el suelo fértil se convierte en árido, perdiendo su cubierta vegetal y reduciendo su productividad.
En este informe aclaran que la desertificación se puede extender a áreas protegidas del Cerro Saroche, Parque Nacional ubicado en los municipios Torres, Jiménez e Iribarren.
La mayoría de la deforestación que ocurre en Lara es para sacar carbón y exportarlo, pues por una tonelada pueden llegar a pagar hasta 200 dólares.
En el año 2017 comenzaron las denuncias por parte de campesinos de los municipios. Indicaban que estaban sacando carbón del semiárido larense, pero según los movimientos ecológicos «Cerro Saroche» y «Cotoperiz» nadie les prestaba atención. Al menos 300 denuncias reposan en el Ministerio Público, con el fin de que detengan las prácticas que están acabando con el ecosistema.
En marzo de 2024, nuevamente los ecologistas se dirigieron a la Fiscalía Superior del estado Lara para que designaran a un fiscal que investigara la deforestación; sin embargo, hasta la fecha no han recibido respuesta.
Durante las denuncias y reuniones con miembros de la Fiscalía Ambiental, los integrantes de estos movimientos han pedido a la comisión de ambiente del Consejo Legislativo del estado Lara (CLEL), así como a la comisión del Ecosocialismo de la Asamblea Nacional (AN), intervenir para revertir los efectos de la tala.
Elías Perozo, miembro del movimiento Cotoperiz, sostuvo que las empresas que tienen permisos no están produciendo de una manera sostenible. Explica que esto requiere que los que venden carbón planten el bosque para extraer la madera para elaborar el material combustible.
«Sabemos que esto no ocurre y hay permisos para que ingresen a los bosques naturales. Un curarí para llegar a adulto y que sea aprovechable su madera debe pasar al menos 50 años. En los bosques semiáridos no hay las mejores condiciones porque llueve poco y la radiación es muy alta, así que la planta podría durar entre 80 y 100 años para alcanzar la adultez», dijo Perozo.
El representante de Cotoperiz dijo que para estas empresas tener un negocio sustentable debieron haber plantado el bosque hace unos 70 años.
El objetivo de los ecologistas es que el problema del semiárido sea visibilizado, que las autoridades locales y nacionales hagan una revisión a la permisología de estas empresas.
«Paren ya la deforestación. Queremos vida», exclamó Perozo.
Las zonas afectadas por la tala de especies vegetales comprenden 10 parroquias de municipios de Lara que abarcan todo el semiárido y, según los especialistas, el daño es casi irreversible.
Venezuela ha perdido más de un millón de hectáreas de bosques y sabanas en solo dos décadas.
En el bosque semiárido, las especies que más son taladas son cujíes, curarí y la vera.
Ambientalistas indicaron que el curarí se encuentra en veda desde el año 2001 y esto no se ha respetado, pues continúa la tala para sacar carbón para exportarlo.
Indicaron que para producir una tonelada de carbón se requiere talar 5 toneladas de madera que al ser quemada arroja a la atmósfera 4 toneladas de dióxido de carbono que calienta el planeta.
Cañizales contó que en el caso de la vera, una tonelada la pagan en $200, por la de curarí pagan $160 y por la de cujíes $130.
La extracción de madera para el carbón no está afectando sólo al estado Lara, sino que también se han ido extendiendo a Falcón y algunos municipios de Anzoátegui. «Hay algunas empresas de Lara que se han comenzado a instalar en Anzoátegui para seguir con el ecocidio en ese estado oriental. Necesitamos ser escuchados, no podemos permitir que la tala indiscriminada se extienda», comentó Cañizales.
En el caso de Anzoátegui, se ha registrado deforestación en la parroquia San Mateo. A juicio de Cañizales, se debe a que para llenar 60 contenedores son necesarias 1800 toneladas de carbón vegetal, elaboradas con 9000 toneladas de madera de árboles.
Temen que en el año 2025 el ecocidio continúe y dejen al semiárido larense como un desierto, afectando a la biodiversidad.
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