Eva Gómez | LA PRENSA.- Los kiosqueros cada vez venden menos mercancía. Los compradores sólo pagan por los periódicos regionales porque “traen las noticias de aquí”, pero no compran chucherías u otro artículo porque tratan de ahorrar el poco dinero en efectivo que consiguen.
“Yo estoy que cierro”, dijo Alexander De Víes, quien tiene su quiosco en el centro de Barquisimeto. El vendedor asegura que de 20 periódicos que vendía a diario el año pasado, ahora sólo vende tres porque la gente ya no gasta su efectivo.
Ahora ofrece pago por transferencias para los otros productos, pero sólo a clientes fijos porque es más seguro para él, pero no para los compradores, pues nadie está dispuesto a sacar su teléfono en la calle para hacer la operación por miedo a ser víctima del hampa.
El kiosquero señala que otro inconveniente se presenta cuando va a pedir mercancía a los distribuidores, porque está muy costosa y en ocasiones le piden dinero en efectivo.
Detalla que la chuchería aumenta cada semana y él vende a precio viejo, pero cuando va a comprar mercancía nueva ya se triplicó el precio de su inversión y no es rentable.
La venta de refrescos es lo que “medio” lo ayuda porque tienen un precio más estable y no se vencen tan rápido.
Por su parte, Francisco Riera, un quiosquero que trabaja en las adyacencias de la Plaza Bolívar, expresa que “todo se vende como siempre”, que a pesar de que la gente se queja por los precios de los dulces compra en efectivo.
Riera presume que la zona céntrica y tan cercana a oficinas y tribunales contribuye a que la cantidad de compradores se mantengan y no le golpee tanto la crisis.
Una pareja que tiene su kiosquito en la calle 50 con carrera 19, asegura que “nunca habían vivido una situación parecida”, con más de 25 años en el lugar esta es la primera vez que están considerando cerrar.
Edilberto Rodríguez, de 64 años, comparte el lugar de trabajo con su esposa Doris Dudamel, quien tiene 68 años, ambos expresan su preocupación porque cada vez piden menos mercancía y se vende menos.
La pareja teme que las bajas ventas los lleve a “quedarse en su casa sin hacer nada”, un lujo que no pueden darse porque no tienen quién los mantenga y se consideran personas trabajadoras capaces de ganarse su comida por ellos mismos, pero la situación no los ayuda.
En un recorrido que realizó el equipo reporteril de La Prensa por el oeste y el centro de Barquisimeto, se contabilizaron al menos siete quioscos cerrados.
Otros han comenzado a ofrecer servicios, como fotocopiadoras y ciber, pero no todos tienen para invertir en esos equipos.