Guiomar López | LA PRENSA DE LARA – Se arrastraba de nalgas e impulsándose con los brazos y así tardó varias horas hasta salir a las adyacencias del hospital Antonio María Pineda. Era un indigente a punto de perder la pierna derecha por una gangrena, que se convirtió en un hervidero de gusanos.
El lunes fue ingresado por bomberos a la emergencia y según un vecino de la zona donde pernoctaba, fue remitido por una trabajadora social de la gobernación y sin el debido seguimiento al caso.
«Lo trajeron y lo botaron aquí», criticó Marlon Andrade, quien identificándose afecto al oficialismo, no tolera este tipo de trato por la vida. No recuerda su nombre, dijo tener 33 años y al indagar si había sido atendido en el centro de salud, apenas soltó: «ni una inyección».& ;
La expresión de dolor se fija en ese hombre delgado, despeinado y con barba descuidada cuyas uñas largas y sucias se lleva a la herida.& ;