Daimar Díaz | LA PRENSA de Lara.-& ;Construir una vivienda en Venezuela cada vez resulta más cuesta arriba. El bajo valor de la moneda nacional aunado al incremento diario de los materiales dejan a la población sin un techo donde vivir.
Ya ni los ranchos hechos con tapas de zinc resultan rentables para los guaros, quienes solían levantar sus viviendas con este tipo de material mientras iban construyendo poco a poco sus casas de bloque, pues como mínimo se necesitan un poco más de 500 dólares para poder levantar una vivienda de 3 metros cuadrados. La inversión es en moneda extranjera, cifra que excede de manera desproporcional los ingresos de cualquier ciudadano y es que hasta reponer una tapa de zinc sale en un ojo de la cara.
Espantados por los exorbitantes precios, así salen de las ferreterías las personas luego de preguntar por los principales materiales como las láminas de zinc que actualmente en el mercado tienen un valor de 14 dólares, mientras que usadas se pueden conseguir en 2.50 de los billetes verdes, pero este no es el único material que presenta un alto costo, los tubos que se requieren para armar el techo tienen un valor de $13.50 y cada palo que se utiliza como columna el equivalente a 5 dólares.
Pero ya ni una vivienda humilde como estas resulta accesible para los larenses, quienes logran estirar el poco dinero que tienen de ingreso quebrando las aspiraciones de los ciudadanos de una vivienda propia o de reparar la ya existente.
La alternativa un poco más económica es construir las viviendas de madera, las cuales son levantadas con conchas de madera, mejor conocidas como residuos del machihembrado; sin embargo, también se requiere de al menos 250 dólares para realizar la vivienda.
«Ya hacer ranchos es algo imposible en este país, la gente cuando viene a preguntar precios del zinc se horroriza porque con el sueldo tan bajo que tiene el venezolano jamás podrá construir una vivienda digna, porque ya ni de este material se pueden hacer», relató Alexis Rojas, trabajador de una ferretería al oeste de la ciudad, quién también manifestó que este sector poco está recibiendo despacho de zinc.
Es tanto el costo de estos materiales de construcción, que muchos ciudadanos han optado por tomar cualquier objeto metálico para reforzar sus viviendas, como lo es parte de los techos de las paradas, láminas de hierro oxidadas que suelen comercializar en un valor mínimo los chatarreros y es que con los altos costos el ciudadano ha perdido el miedo y toma cualquier objeto para tener un hogar.& ;
Quedan sin casa
Con la llegada de las lluvias, la preocupación ha invadido a más de una familia que vive en sectores repletos de este tipo de viviendas, donde los fuertes aguaceros han causado daños considerables e incluso desplomado a más de una.
Ver cómo las láminas de sus viviendas volaban por toda la zona hasta perderlas de vista fue la trágica escena que los habitantes de Propatria tuvieron que presenciar, entre profundo dolor, sólo podían pensar en que no contaban con los ingresos para poder volver a levantarlas. Y es que hasta usadas, el zinc cotiza en un alto valor en moneda extranjera.
«Me quedé sin casa, no tengo dónde vivir», fue la expresión de Yadethsy Sequera, una de las habitantes del sector, quien desde hace 7 años reside en la zona a la espera de un proyecto habitacional por parte de la Misión Vivienda, en aquel entonces sólo logró levantar su pequeño rancho donde vivía con su esposo y su pequeña hija de tres años, pero que ahora no tienen con qué reponer las tapas de zinc que perdieron con las fuertes lluvias que se han registrado en el estado en las últimas semanas y que se han convertido en la pesadilla de más de una familia larense por los estragos que han causado y no cuentan con liquidez para las reparaciones.
«Me quedé sin un techo donde vivir, porque aunque era un rancho era algo propio, pero con las lluvias perdí mi hogar, ya mi familia no tiene ni cuatro latas de zinc donde vivir porque volverlo a levantar sale muy caro y no tenemos ni la mitad del dinero que se necesita para poder armarlo», manifestó Sequera.
El desconsuelo también llegó a la vivienda de la señora Maritza, pues los fuertes vientos a causa de las lluvias se llevaron parte del techo de su rancho, el cual tuvo que reponer recogiendo algunas láminas oxidadas que logró agarrar de la calle, pero el deterioro de estas es tan grande que ella misma asegura que con otra lluvia puede volver a quedarse sin techo.
«Me tocó ir recogiendo una que otra lámina que conseguía en la calle para poder armar nuevamente mi techo, pero están muy deterioradas y no creo que aguanten mucho, pero lamentablemente no tengo para pagar por láminas nuevas», aseveró Maritza Piña.
Mientras que a unas cuantas casas de la señora Maritza habita el señor Carlos Garcés, que también fue afectado por las lluvias porque parte de las tapas de zinc que servían como pared de su vivienda se desprendieron de donde habían sido colocadas y rodaron hasta la Circunvalación.& ;
Algunos vecinos lo apoyaron intentando remendar retazos de zinc que lograron recuperar; sin embargo, las condiciones de su vivienda han desmejorado de manera abismal.
«Si mi rancho se termina de caer no tengo los recursos para hacer uno nuevo, mis vecinos intentaron ayudarme, pero las condiciones de las láminas ya son decadentes, hay que reemplazarlas, pero con deseos no se paga en una ferretería», manifestó con lamento Garcés, quien es una persona de la tercera edad y además discapacitada.
Estas familias a las que se les ha ido desmejorando su calidad de vida siguen a la espera de la ejecución de un proyecto por parte de la Misión Vivienda para poder vivir en un hogar más digno; sin embargo, mientras el tiempo pasa estas personas afrontan su dura realidad intentando tapar los orificios que se les van haciendo a las láminas que han perdido su vida útil, pero la falta de dinero y el alto costo que representa levantar una nueva vivienda así sea sólo de zinc trunca sus expectativas.
Usan anime
Rebuscando la manera de reparar las partes de sus viviendas, los guaros se las ingenian implementando nuevas técnicas como derretir anime para tapar los huecos en las láminas y así evitar mojarse, pues por el desgaste de este material es fácil que se le presenten goteras.
Con un poquito de gasolina o aplicando calor en el anime, los guaros hacen los parches que al secarse quedan como una especie de tapón, que tiene una utilidad de algunos meses y aunque no es una medida duradera es la alternativa menos costosa que les ayuda a remendar las tapas de zinc que conforman sus viviendas. «El anime es el material que más resiste para tapar las goteras, también hemos usado plastilina, pero esta se despega fácil, pero como no tenemos dinero para cambiar las láminas nos toca agotar todas las opciones», dijo Daniel Escobar.
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