Osman Rojas | LA PRENSA DE LARA.- El calvario empezó a las 12:30 de la madrugada. Luego de pasar toda la tarde con dificultad para respirar, sin olfato y sin gusto la familia de la señora Diana Escobar decidió llevarla a un Centro de Diagnóstico Integral (CDI) para que le hicieran una prueba de coronavirus. Era el quinto día seguido de la mujer presentando síntomas relacionados a la COVID-19. Anteriormente, cuatro compañeros de trabajo (en el área de Consulta Externa de Oftalmología del Hospital Central) habían dado positivo. Esto la alertó.
El recorrido por los centros centinelas empezó en los ambulatorios que están cerca de su casa, ubicada en la carrera 23 entre calles 49 y 50. Allí le dijeron que no podían hacer la prueba rápida porque no tenían. La familia de Escobar se armó de paciencia y dieron inicio a un recorrido que los llevó a visitar tres instituciones que, en teoría, deberían estar haciendo exámenes las 24 horas del día.
El primero fue el Ambulatorio del Oeste en El Obelisco. Allí llegaron cuando el teléfono celular les indicó que el jueves 15 de octubre estaba empezando. Eran las 12:30 de la madrugada y en la institución los recibieron «por no dejar». La familia de Escobar explicó la situación de Diana. Le dijeron al personal que estaba en la entrada de la institución que necesitaban una prueba de coronavirus. Que tenían a un paciente con síntomas y que había tenido contacto con cuatro personas diagnosticadas. La respuesta que encontraron en el ambulatorio no pudo ser más desalentadora. «Aquí no hay médicos. No la podemos atender».
La familia había escuchado que en la calle 57 con carrera 13 había un CDI en donde hacían pruebas. Hasta allá se dirigieron. Pasada la 1:00 de la mañana la familia trató de encontrar un test de diagnóstico pero, una vez más, la crisis hospitalaria que hay en Venezuela mostró su crueldad. «No hay pruebas. Tienen que ir a otro sitio», escucharon.
Luisa Arroyo, sobrina de la señora Diana, explica la sensación de impotencia que sintió en ese momento. «Pasamos toda la madrugada buscando un lugar en donde pudieran ver a mi tía. Tenía síntomas y se sentía mal, pero ni aún así le pararon», dice indignada.
Como un recurso desesperado la familia de Escobar se fue hasta la Villa Bolivariana. El lugar que es vendido por la gobernación del estado Lara como una institución modelo para la atención de pacientes con coronavirus abrió sus puertas a eso de las 2:30 de la mañana. Allí sentaron a la señora Diana e hicieron que esperara. Los minutos pasaron y pasaron pero nadie salía. Dos horas después, cuando eran las 4:30 am, a la familia le dijeron que en el lugar no habían ni médicos ni pruebas.
A esa hora decidieron irse a su casa. La familia y la paciente se dieron por vencidos pues entendieron que en ninguna parte le iban a hacer la prueba.
LA PRENSA tuvo acceso a esta denuncia pasada la 1:00 de la madrugada. La señora Escobar, visiblemente afectada, lloraba por lo que le estaba pasando, pues siendo personal sanitario en todos lados le negaban la aplicación de una prueba que el Gobierno insiste en decir que es gratuita y que se aplica en cualquier centro asistencial.
A eso de las 11:30 de la mañana el equipo periodístico de este diario llamó a la familia de Escobar. Luisa Arrollo, habló con los periodistas para contar que la señora Diana estaba en su casa. Encerrada en un cuarto y presentando síntomas.
«Todavía no la han atendido. Compramos medicamentos porque ni con eso nos apoyaron«, dijo su sobrina en conversación telefónica.