María B. Jordán | LA PRENSA DE LARA.– Los estudiantes de la Unidad Educativa Algarí, extensión Valle Campestre, ubicada en el sector Valle del Sol, vía Bobare, se tienen que turnar por días y horas para poder recibir clases; sólo cuentan con dos salones construidos con bloques y en buen estado, mientras que tres son de adobe de los cuales dos tienen el techo lleno de huecos y ninguno de ellos cuenta con piso.
Desde el 2010 está el proyecto para la construcción de la escuela completa; sin embargo, las palabras de los gobernantes sólo han quedado en promesas; en noviembre del año pasado terminaron de pintar y acondicionaron los dos salones de bloque, pero los de adobe los tienen que seguir usando porque no es suficiente para toda la matrícula que está distribuida en 15 secciones.
Al ingresar a la escuela Algarí extensión Valle Campestre se notan las condiciones deplorables en las que los muchachos reciben clases. «Antes los tres salones eran unos ranchos de láminas de zinc y acerolit«, dijo Yusmely Yépez, representante en la institución, quien contó que ellos poco a poco entre colaboraciones y donaciones pudieron armar las aulas con adobe, pero una está sin techo.
Yépez dijo que cada sección va un día a la semana y los estudiantes de los primeros grados son los que priorizan para que estén en los salones de bloque. «Y a veces los demás no quieren asistir a los otros porque no tienen piso, es pura tierra«.
Claudia Meléndez, obrera de la escuela, dijo que los techos se filtran y cuando llueve no pueden recibir clases así, porque adicional a eso el piso se convierte en barro por la tierra. Agregó que los pupitres, las pizarras y lo demás que tienen es por donaciones de otras instituciones educativas, porque a ellos los han olvidado a pesar de que se benefician estudiantes de al menos ocho comunidades.
«Lo que nosotros queremos es una escuela digna para nuestros hijos, como las que hay en otras comunidades, que tengan cancha, comedor y todo«, dijo Virginia Gordiño, una representante y agregó que ella tiene que caminar al menos 20 minutos para llevar a sus hijos, el mismo tiempo usa para regresarse porque es la institución más cercana que tiene y aún así no le dan un cariñito, sabiendo que muchos se sirven de ahí.
Los representantes contaron que las profesoras trabajan con mucho amor y vocación, porque algunas van desde Bobare e incluso del otro lado de Barquisimeto, como La Paz o Cerritos Blancos que es bastante alejado.